Diez días antes de que Ramón Mestre dejara el poder, 50 jóvenes funcionarios y autoridades del radicalismo se reunieron en un campo de la localidad de Tulumba durante 48 horas, el viernes 29 y el sábado 30 de noviembre.

Lo hicieron bajo un pacto de silencio: se comprometieron a no publicar fotos y a no difundir las posturas internas en los debates. Aseguran que quieren dejar de alimentar ese estado de interna permanente en el que vive el radicalismo.

También tienen, además del rango etario, otros denominador común: reprochan a los mayores haber estrolado el partido, reduciéndolo a un puñado de intendencias, ninguna en las principales ciudades.

El sábado, el Grupo Tulumba volvió a reunirse y emitió su primer documento público. Sin el nombre de ninguno de los integrantes al pie, reclaman la “unidad”, en la antesala a la primera gran sesión catártica que hará el radicalismo: el encuentro del 6 y el 7 de marzo en Villa Giardino.

Por eso, en el documento del sábado, titulado “La sociedad exige unidad”, sostienen: “No hay margen para perder un cordobés más que quiera sumarse a cambiar la provincia, la sociedad nos exige estar juntos”.     

La herida abierta por el resultado electoral del 12 de mayo del año pasado fue la excusa que los reunió. Paralelamente, surgió la necesidad de reenfocar el discurso del centenario partido para acercarlo al nuevo siglo.

“Tenemos dos objetivos claros: replantear la organización en el marco de lo sucedido en el último tiempo y construir la agenda que hoy la sociedad demanda. Conscientes de que la organización, la formación, la apertura y la seriedad de la construcción política son puntos innegociables para que el ego no sea la estrategia rectora de las decisiones que nos afectan”, dijeron los dirigentes cuando se reunieron en Tulumba, en el lanzamiento de este espacio horizontal. 

En el grupo hay exfuncionarios de Ramón Mestre, excandidatos a intendentes que fueron afectados por la división del partido, concejales y tribunos de cuentas de distintas localidades del interior, referentes de Franja Morada y congresales partidarios. 

Secreto

El halo del secreto es potenciado desde el Grupo Tulumba, que resume así la reunión del sábado último: “Reunidos bajos estrictos estándares organizacionales vinculados con la privacidad del encuentro, la diversidad de representantes de los núcleos que lo componen, la escucha activa, el intercambio, la calidad de los disertantes y la ausencia total de fotografías para cuidar el espacio de las frecuentes ‘consultas’ que efectúan los dirigentes de mayores cuando la juventud decide reunirse bajo sus propios parámetros”. 

Los “tulumbanos”, como se empezó a conocer al grupo en la jerga radical, acordaron los siguientes puntos:

  • Trabajar fuertemente por la unidad partidaria.
  • Modernizar la estructura radical.
  • Coordinar acciones para atender la agenda que la sociedad marca como prioritaria vinculada al creciente narcotráfico, la perdida de empleo y la creciente desigualdad, los servicios públicos, la ineficiente estructura del Estado provincial, la agenda de género, la ampliación de derechos y el cambio de la matriz productiva de Córdoba.

En un mensaje hacia la apertura, definieron como “prioritario sumar a todas y a todos los actores políticos que se identifiquen con los valores del radicalismo”. “No hay margen para perder un cordobés más que quiera sumarse a cambiar la provincia, la sociedad nos exige estar juntos y a la altura de las circunstancias”, fue una de las conclusiones del encuentro. 

La práctica y la prédica de esta nueva generación de dirigentes radicales choca de frente con la tradición partidaria. El Grupo Tulumba lo admite en el documento interno que emitió el sábado: “Para empezar a calar en la idiosincrasia de un partido golpeado por las derrotas electorales del año pasado, decidimos que la única instrumentación de sus conclusiones será ser un movimiento cultural que trabaje en todos los ámbitos para cuidar a las y a los dirigentes que tienen tracción electoral y pueden aportar materia gris a un partido que, pese a todo, tiene experiencias embrionarias y dirigentes mayores mujeres y hombres con mucha experiencia para volver a ser una fuerza con capacidad para representar una agenda de vanguardia”.

El Grupo Tulumba remarca: “Hay que buscar a todas y a todos los viejos dirigentes que con decencia y honestidad se han retirado a sus hogares desilusionados de los procesos de los últimos años. La renovación generacional del radicalismo tiene que ser la síntesis de la experiencia de los mayores y la fuerza motora de los jóvenes. Siempre adentro del partido”. 

“A fin de cuentas, en los pasadizos subterráneos del centenario partido, están gestándose experiencias que darán que hablar en los próximos años y que parecen interpretar los sucesos del último tiempo”, concluye el documento.

 

 

UCR. Ramón Mestre, exintendente de la ciudad de Córdoba. (La Voz/Archivo)
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UCR. Ramón Mestre, exintendente de la ciudad de Córdoba. (La Voz/archivo)