La partida de Oscar Díaz, el histórico utilero de Belgrano, conmovió al Mundo Belgrano y al fútbol cordobés. Abraham Rufail, quien fue vicepresidente del club y estuvo en el club por 13 años, redactó una semblanza sensacional sobre “el Chino”, a quien definió como “un pedazo de Belgrano” y que como nunca le falló a nadie, acudió al llamado de “la Chacha” Villagra (ídolo celeste), “Tito” Cuellar (glorioso jugador y DT) y “Pololo” Herrero (dirigente en serio).
Pase, vea y lea la semblanza del Turco que volvió al periodismo, en Radio Impacto.
La noticia me paraliza. En primer instancia me niego a creerla.
Prefiero imaginar que es una fuck news de las que abundan en estos tiempos.
Pero la catarata de mensajes de amigos igual de asombrados y amargados, me cachetea.
Murió Oscar Díaz. Se murió “el Chino” Díaz, mi querido japonés.
Murió, pero no murió. Voy a preferir creer que se mudó. Solo eso.
La muerte es otra cosa. La verdadera muerte es el olvido, y al Chino nunca, jamas lo vamos a olvidar.
Se fue un pedazo de Belgrano. Porque Oscar, con 40 años de laburo honesto fue eso, una sintesis del club.
Las pasó a todas, le puso el pecho a todos los momentos.
Sufrió los malos, los descensos, la quiebra, siempre con una sonrisa y una palabra optimista.
Disfruto los buenos momentos con la tranquilidad de la sabiduria.
Se cansó de tanto vivir. De vivir con tanta intensidad. Lo llamaron seguro desde el celeste infinito del cielo la Chacha, el Tito y Pololo.
Y él se fue a su encuentro. “El Chino” jamás le falló a nadie.
Me quedan contigo mil anécdotas y el vino pendiente que te prometí la última vez que te vi en la terapia de la clínica.
Ya nos juntaremos, pronto.
Estoy seguro.
Chau Chino querido, gracias por todo Hermano de la vida.