“Nos dimos cuenta de que habíamos ganado el título y el ascenso a Primera. Sin embargo, tiempo después entendimos que había sido histórico. Nunca más se repetiría una final por un torneo y ante Belgrano, un rival de toda la vida. Ya pasaron 22 años y no creo que vuelva a darse. Pero lo más importante fue cómo jugaba el equipo”.

Como dijo Daniel Albornós, el
Talleres
de 1997-1998 fue inolvidable por haber varias razones. Haberle ganado
la final del siglo (a dos partidos) a Belgrano
lo dejó para siempre en el corazón de la gente y en la historia porque se trató del primer título de AFA albiazul.

Lo fue por convicción, por el hambre de gloria de aquel plantel que conducía Ricardo Gareca con muchos jóvenes surgidos de la Liga Cordobesa y con varios experimentados, pero también por juego, según la expresión de “la Chanchita”, quien por entonces tenía 21 años.

Ese Talleres jugaba con una táctica que “el Tigre” comenzaba a aplicar para sus equipos, en los comienzos como DT: perfil ofensivo y con muchos jugadores de buen pie. El juego lo producían Diego Garay y Daniel Albornós con muy buenos aportes de Javier Villarreal y Andrés Cabrera en el primer pase. Abría a los rivales por adentro y también por afuera.

“El Chino” Garay, Albornós, Zelaya, Astudillo y “el Mencho” generaran el fútbol. La gente festejaba a un Talleres que jugaba en serio.

Antes de crear, “la Chanchita” ofrecía la primera ventaja sobre la derecha; por la otra, estaba Fernando Clementz, quien también era muy profundo.  También aportaron
Roberto Martín Gorocito
, Daniel “Petete” Hernández y hasta Gustavo Lillo, cuando los partidos se cerraban.

“Engañaba por banda para finalizar adentro, gestaba por dentro para encontrar superioridad afuera. Con Gareca siempre tuvimos intención inicial, por su potencial en la posesión”, Albornós.

Arriba, “el” definidor era José “Cachi” Zelaya: esa temporada hizo 22 tantos. Hizo una dupla bárbara con Ramón Ismael Medina Bello, quien marcó seis.  Tenían la prioridad en un rubro que también compartían con
Roberto Oste, autor del penal decisivo en la definición con Belgrano
, Rodrigo “Potro” Astudillo y Favio Cavalleris. Sin embargo, en ese Talleres todos tenían poder de gol. Con decir que el equipo llegó a tener un promedio de más de dos goles por partidos.

“Fue un equipo que manejaba muy bien lo más complejo el juego. PRECISIÓN EN LA VELOCIDAD. Con principios determinantes como MOVILIDAD E INTELIGENCIA. Protegía muchas veces la faceta defensiva con la pelota y otras con los espacios ejecutando repliegues, en esos momentos todos tenía que recuperar”, Albornós.

En el acto defensivo, Talleres tuvo una de las vallas menos batidas ese año. Mario Cuenca logró una de las mejores actuaciones de su carrera en una defensa que Gareca hizo muy versátil ya que podar con tres o cuatro en el fondo. David Díaz, tuvo su gran revancha tras aquel ascenso frustado ante Gimnasia y Tiro, y jugó de lateral, zaguero y stopper. Otro tanto ocurrió con Horacio Humoller (también fue líbero) José María Rozzi, Ramón Galarza, José Tiburcio Serrizuela y Marcelino Galoppo.

Eran implacables. Si Talleres fue campeón, su primer título oficial en AFA, fue porque también tuvo una defensa segura.

“Las finales del 98 se jugaron con un sistema 3-4-1-2 donde sobraba Humoller que era muy rápido para cortar a los costados con Gallopo (1ª final) y con ‘la Tota’ Rozzi (2ª final) éramos los stopper, muy aguerridos, que marcábamos encima de los delanteros (nuestra misión, recuperar y tocar a los volantes) y no dejarlos pesar ni dar vueltas”, recordó Díaz.

La conducción era de Gareca. A partir de ese título, “el Tigre”, a secas para el Mundo Talleres. Llegó silbando bajito y produjo una de las alegrías más grandes. “El Flaco” logró hacer jugar al equipo y con eso tuvo respuestas para casi todos los partidos. Como será del entendimiento de aquel Talleres que en el partido festejo con el River de Ramón Díaz (había ganado cinco títulos), concretó una victoria por 3-1 con un equipo que llegó sin entrenamientos ni concentración.  

“Se dio. Todos hicieron un gran sacrificio. La alegría para la gente. Nos sentimos responsables. Pero los protagonistas fueron los jugadores. La idea era que Talleres se sintiera identificado con el juego de su historia”, siempre reconoció Gareca. 

El cuadro quedó en la historia, por el campeonato y también por su fútbol.

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El Talleres campeón de la temporada 1997-1998. Parados: Díaz, Zelaya, Cuenca, Cabrera, Humoller y Rozzi. Sentados: Albornós, Villarreal, Medina Bello, Garay y Clementz. (La Voz)
Garay y Albornós generaban el fútbol del Talleres de Gareca. (La Voz)
Roberto Oste entró en la historia por patear el penal decisivo de la definición con Belgrano. Se recrea ese momento todos los cinco de julio, siempre y cuando esté en el país.(La Voz)
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