“Nunca le vendimos tan poco a Brasil, en relación con todo lo que este compra, como en este primer cuatrimestre. Probablemente, uno de los casos más ‘exitosos’ de ‘desintegración’ comercial en una unión aduanera. No hay arancel externo común suficiente para todas nuestras torpezas”.

Así, claro y contundente en menos de 300 caracteres en Twitter, fue el economista Juan Manuel Garzón, investigador del Ieral-Fundación Mediterránea, para describir una de las tantas fotos que forman parte de una película triste para los exportadores argentinos: la que exhibe la crónica falta de competitividad del país.

La “foto” que sacó Garzón corresponde a los últimos 25 años y muestra el continuo deterioro de Argentina como proveedor de su principal socio comercial.

En 1998, cuando la industria automotriz nacional estaba en uno de sus mejores momentos de la historia, el 14 por ciento de las importaciones brasileñas fueron desde Argentina. 

Esa tasa fue disminuyendo casi sin freno con el paso de los años hasta el presente, que marca que apenas el cinco por ciento de las compras de Brasil son a empresas locales.

 

Esto constituye un foco de preocupación para Córdoba. Según datos recopilados por la Agencia ProCórdoba, el año pasado Brasil fue el principal destino del comercio exterior local: acaparó el 15 por ciento del total. Es decir, casi uno de cada seis dólares facturados.

Pero en el caso de las manufacturas de origen industrial, el gigante sudamericano es casi un cliente exclusivo y por eso una caída en sus compras es una luz de alerta: 74 por ciento de las ventas, o sea, tres de cada cuatro van hacia allí. 

Desprotegida

Para Garzón, este panorama tiene un condimento que lo agrava: Argentina ha perdido participación en Brasil pese a que tiene la ventaja de la protección arancelaria que le ofrece formar parte del Mercosur.

“Cuando un producto argentino va a Brasil, no paga arancel. Uno chino, en cambio, abona un 35 por ciento. Eso nos ha dado una ventaja, pero también una enorme dependencia de ese país en materia exportadora”, analiza Garzón.

El problema es que el continuo deterioro de la competitividad argentina hizo que, ni siquiera con ese diferencial a favor, nuestras exportaciones pudieran aprovechar su ventaja de cercanía geográfica. 

“El socio comercial que más creció en Brasil es China, que está lejos y no tiene protección arancelaria. A medida que uno sigue deteriorando su competitividad, ese arancel del 35 por ciento ya no te protege. Pero otros países de la región, como Chile o Uruguay, si bien tienen una participación menor en las importaciones de Brasil, han permanecido estables en el tiempo, no como Argentina, que muestra una caída sin fin”, añade el investigador. 

Y completa: “El problema es que somos un proveedor impredecible en materia de precios o de políticas, que pueden trabar las exportaciones. Eso hace que los importadores miren a otros países”. 

Impuestos y dólar

El presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (Cacec), Marcelo Olmedo, coincide. “Es una foto más de la caída en picada que mostraron las exportaciones entre 2011 y 2015. Después tuvimos un leve repunte en los últimos años, pero Argentina nunca volvió a ser competitiva”, remarca.

El principal problema, según Olmedo, es la presión tributaria. “Es el único país del mundo que les pone retenciones a sus exportaciones”, se queja.

Por otro lado, también considera que influyen la carga burocrática y el cambio constante en las reglas de juego para poder o no exportar. 

“En Argentina, sólo son competitivos los productos primarios y las manufacturas de origen agropecuario. En lo que son las industrias, con este esquema sólo pueden competir cuando hay ventajas arancelarias, como en el Mercosur”, remarca Olmedo. 

Desde su punto de vista, es un problema que, “si no se corrige, hará que sea muy difícil salir adelante” de la recesión.

Además, considera que es una estrategia equivocada teniendo en cuenta las dificultades que sufre el país por la falta de dólares, que podrían ser generados con un mayor flujo de comercio exterior.  

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AUTOMOTRICES. Es uno de los sectores más dependientes de Brasil en materia de exportaciones. (La Voz/archivo)