El 29 de marzo pasado, Alberto Fernández habló de “seguir llevando con alegría” los días que quedaban de cuarentena.
Volvió a hacerlo el 7 de abril, cuando extendió por tercera vez el aislamiento obligatorio. Sobre el final de aquella conferencia, repitió que había que tener “alegría” para enfrentar a la pandemia.
Aquella palabra no apareció el pasado sábado, cuando se extendió por quinta vez la cuarentena. Aquella palabra ahora dio lugar a una nueva: angustia.
Fue cuando la periodista Silvia Mercado consultó a Fernández si evaluaba “consecuencias emocionales y psicológicas” de la extensa cuarentena.
“Hay mucha gente angustiada. No tiene que ver con lo político”, dijo. “Me gustaría si nos puede dar un mensaje al respecto”.
La respuesta el mandatariio no se hizo esperar.
“Primer punto”, dijo Fernández. Se tomó unos segundos. Se hizo un silencio. Y arrancó. “Lo primero que quisiera es que ustedes, cuando hablan, le expliquen a los ciudadanos y a las ciudadanas que lo que estamos haciendo es pidiendo que se cuiden”, dijo el Presidente.
Acto seguido, dijo que le llamaba la atención la idea que transmiten “muchos medios y muchos periodistas de la angustia de la cuarenena”.
“¿Es angustiante salvarse? Angustiante es enfermarse. No salvarse. No preservar la salud. Angustiante es eso”, dijo Fernández y agregó: “Angustiante es que el Estado te abandone y te diga: ‘Arreglátela como puedas’. No que el Estado te diga: ‘Quedate en tu casa y cuidate, y yo mientras tanto voy a a buscar dónde está el virus’. Eso es angustiante. Que el Estado no esté presente ahí”.
No paró allí Fernández. “Escucho mucho este comentario. Y quiero aclarar: lo hablo mucho con los epidemiólogos. Y siguiendo el consejo de ellos es que les pedí que los chicos tengan un tiempo para salir de las casas, que la gente tenga un tiempo para salir de las casas…”, reveló el Presidente.
Pero tampoco paró ahí.”¡Estamos en una pandemia que mata gente! ¿Lo entendemos?”, dijo ya sin mirar sólo a la periodista. “¡Estamos en una pandemia de un virus desconocido. ¿Lo entendemos? Estamos en una pandemia donde hay un virus que no tiene vacuna ni tiene remedio”.
Luego, repitió el pedido de que todos se queden en sus casas. “Quédense en su casa y cuídense. Y traten de sobrellevarlo del mejor modo posible”, imploró.
Y luego volvió sobre los periodistas: “Les pido: dejen de sembrar agustia”.
Para cerrar remarcando sobre el tema de la angustia.
“Angustioso es que no te cuiden. Angustioso es que el Estado te abandono (sic)… que te abandone. Angustioso y angustiante, mejor dicho, es que el Estado diga: ‘Aquí no pasa nada’. Acá están pasando cosas serias y por eso actuamos como actuamos”, dijo.
La angustia y la empatía
“‘Angustioso’ no sólo es que el Estado te abandone”, afirma Alvaro Ortiz, Mgter. en Psicología Organizacional y Educativa, docente, y que se dedica a trabajar con los seres humanos en las organizaciones para acompañar a afrontar entornos cambiantes.
“Porque incluso muchos sienten que el Estado los abandonó. ¿Cuántos comerciantes sienten eso? ¿Cuántos que no accedieron a créditos, ni blandos ni duros, ni tiene asegurado un dinero a principio de mes para siquiera comer, se sienten abandonados? Ya hay muchos angustiados por lo que el Estado hace. Incluso por omisión del hacer, lo que interpretan muchos”, agrega el especialista.
“Que el Estado te abandone es una forma posible de angustia, sí. Pero también que el Estado proponga, nuevamente, la extensión de la cuarentena e insinúe (o diga explicitamente) que no sabe hasta cuándo durará, es también es angustiante. Es la incertidumbre la que muchas veces causa esta angustia, y es lógico”, agrega Ortiz.
Y tercero: “Digas o no digas que está el Estado presente, la situación en sí misma angustia. Como seres humanos no estamos preparados para estar enclaustrados. La necesidad de los otros, del convivir con otros, como seres gregarios, nos es necesario para vivir. No estamos diseñados para soportar el miedo crónico que significa que un virus te puede matar. No importa tanto que las estadisticas nos muestre que es ‘baja’ la posibilidad de morirse para la gran mayoria para que esto, emocionalmente, pueda ser sentido que nos matará el virus, y el miedo es inevitable”.
Ortiz dice que la presencia del Estado puede “alivianar” a algunas personas en algunas circunstancias. Pero no a todas. Y no entenderlo quizá sea no “empatizar” en sentido estricto.
“Eso podría ser sentido, por muchos, como que el Estado no empatiza conmigo”, explica.
“El Presidente está pudiendo empatizar con algunos que, quizá, sienten que el Estado es bueno y los cuida. Pero no con otra gran mayoría, que no sienten lo mismo. Que puede sentirse abandonada”, grafica.
El psicólogo dice que hay dos tipos de empatía. “Está la empatía entendida desde la capacidad congnitiva. Es la que uno puede racionalizar. Pasa cuando, por ejemplo, vas a un velorio. Entendés que los familiares están pasando un momento doloroso. Puedo saludar, acompañar. Puedo tomar la perspectiva del otro, porque la entiendo”, explica Ortiz.
“La otra forma de empatizar es más difícil de aprender y se trata de identificar lo que me pasa emocionalmente a mi, con aquello que el otro esta sintiendo. Puedo, volviendo al ejemplo del velorio, sentir un dolor (el mio) con el dolor que siente el otro. Es un acto puramente irracional”, agrega el especialista.
Angustia
Ortiz remarca que la angustia es un efecto complejo, que se puede dar por elementos de estrés (entre muchos otros).
“Es un fenómeno asociado también a las emociones. Estamos viendo que, por ejemplo, la angustia se produce al estar expuesto durante un tiempo prudencial, a elementos estresores. El confinamiento, y todo lo que esto conlleva, por ejemplo, lo puede producir”, describe.
También menciona que el miedo, presente como parte de los elementos que impactan en el estrés, tiene participación en la angustia y estrés. Miedo “al coronavirus, al futuro de la economía, a los otros que me pueden contagiar. Miedo a morirse”.
“Todo esto, acumulado en 60 días, involucra la posibildad de que la sensación de angustia aparezca y permanezca”, aclara.
“Y en muchas ocasiones, es posible que no le encontremos palabras para describir ese ‘nudo en la garganta’”, analiza.
“A veces ayuda hablar con alguien que nos acompañe a descubrir y nombrar, aquellas cosas que nos tienen angustiados y bajo altos niveles de estrés y buscar, así, caminos para salir de este estado que, vuelto crónico, puede ser altamente perjudicial para la salud física y psicológica”.