En Samburu, en el corazón de Kenia, hay una leyenda que justifica el inicio de la Mutilación Genital Femenina (MGF): los hombres de una aldea fueron a una guerra dejando a las mujeres y a los niños solos, al volver encontraron a algunas mujeres embarazadas o con nuevos hijos de otros hombres que habían visitado la aldea, y para que eso no volviese a suceder les mutilaron sus genitales.

“Independientemente de cuál sea la leyenda que lo justifique, este proceso es una forma más de control masculino sobre el placer y el cuerpo de las mujeres, tan típico de las sociedades patriarcales”, explicó Raquel Martín, responsable de comunicación de la ONG española Amref.

“Para erradicar la mutilación genital es necesario un cambio cultural sostenido en el tiempo y que se asiente en la conciencia colectiva de la comunidad”, agregó.

La comprensión y el respeto a los valores tradicionales que las comunidades asocian a la MGF, la presentación de alternativas a la ablación, la prestación de ayuda a las niñas para que puedan librarse del estigma de no ser circuncidadas y la introducción de medidas de prevención es parte esencial del programa para la erradicación de las mutilaciones.

Martín explicó que la ONG española busca apoyar un movimiento panafricano que involucrará a varios países subsaharianos, adaptado a las tradiciones locales y contextos para acabar con la MGF.

“El acercamiento acerca de la prevención cultural de Amref está basado en una comprensión profunda de las bases culturales y tradicionales de la MGF. Nuestro acercamiento exige mantener las lecciones culturales y bendiciones así como la pompa y belleza durante el proceso de transición a la edad adulta mientras se elimina la ablación (por ejemplo, con ceremonias de Ritos de Paso Alternativos)”, concluyó Martín.

Lugares y razones

Las razones por las que se practica la MGF son diversas y propias de cada comunidad, al tiempo que datan de mucho antes del desembarco de las religiones monoteístas.

“Existe en el mundo y dentro de las comunidades un malentendido en torno a la MGF, muchas familias y comunidades creen que es un requisito religioso, pero no es así”, dijeron a Berhanu Legesse y Thierno Diuof, técnicos expertos en género del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

“Los líderes religiosos trabajan con nosotros para erradicar las mutilaciones y son muy claros en esto: desde la religión no se incentiva ni alienta esta práctica”, detalló Leguesse.

De hecho, la MGF no se circunscribe a países o a continentes. Si bien África es donde más se practica, también se hace en países del sudeste asiático y en regiones tribales de la Amazonia ecuatoriana.

Menos aún es un requerimiento religioso, ya que incluso dentro de África, en Etiopía, uno de los países cristianos más antiguos de la región, que sufrió una corta colonización de cinco años por parte de Italia y que hoy es el único país del continente con una presidenta mujer, el 65% de las niñas y mujeres fue sometida a la MGF entre sus 15 y 19 años de edad y se proyecta que para dentro de diez años sean 6,3 millones.

Se trata de una práctica consuetudinaria fuertemente arraigada en los rituales de iniciación femenina, que cuesta mucho erradicar y requiere de un trabajo dentro de las comunidades.

“Se origina en las tradiciones, pero se trata de la desigualdad de género, es la apropiación del cuerpo de las niñas y las mujeres, es la forma de controlar la sexualidad de las niñas menores de edad”, explicó Legesse.

“De manera transversal, en todas las comunidades donde se practica, está asociada a la pureza de la mujer: se considera que una mujer es más pura cuando ha sufrido la MGF. Los genitales femeninos están asociados a algo sucio, especialmente el clítoris, que sirve para dar placer”, dijo Raquel Martín de Amref, la ONG española dedicada a la salud en África.

“Puede ser difícil de entender que prácticas como esta estén tan extendidas dentro de las comunidades pese a existir leyes que las prohíban, pero en muchas sociedades se necesitan muchos años y mucho esfuerzo para que las leyes bajen a la práctica común”, explicó Belén Torchiaro, musulmana y politóloga, secretaria cultural de la Red Islámica Inclusiva Argentina y especialista en feminismo e Islam, quien a fines de marzo participará del Segundo Encuentro de Mujeres Musulmanas en África Oriental que se celebrará en Mombasa, Kenia, y donde se discutirá sobre la MGF y la libertad de religión e igualdad de género.

“Para terminar con la MGF, se necesita trabajar en y con las comunidades, convencerlas”, enfatizó Unfpa, que junto con Unicef trabaja en 16 países africanos.

Menores de 15 años: Las más afectadas

La MGF suele realizarse a niñas antes de los 15 años.

200 millones. Es la cantidad de mujeres y de niñas vivas que han sido objeto de la MGF en 30 países de África, de Oriente Medio y de Asia.

Perjuicio. La MGF puede producir hemorragias graves y problemas urinarios, además de quistes, infecciones y complicaciones en el parto.

 

 

 

Costo. Las complicaciones sanitarias de la mutilación femenina en 27 países con alta prevalencia supone un costo de US $1.400 millones al año. (AP)