La tensión entre apacibilidad e intolerancia pueblerina aflora con tono de reivindicación preciosista en El maestro, filme con que la cordobesa Cristina Tamagnini (1978) y el bonaerense Julián Dabien (1984) recrean libremente la historia de Eric Sattler, docente de primaria de la realizadora. Es el debut de ambos y se estrena este jueves en la plataforma Cinear.

El filme pone a Diego Velázquez en la piel de Natalio, maestro del interior que en la década de 1990 es cuestionado colectivamente por su condición homosexual. La llegada a la localidad de Juani (Ezequiel Tronconi) desata el rumor, que pone a Natalio en tensión con su madre (Georgina Parpagnoli) y la empleada doméstica (Ana Katz), cuyo hijo (Valentín Mayor Borzone) había creado un lazo estrecho con el maestro.

Si bien el escenario verídico fue Ucacha, donde nació Tamagnini, la película se sitúa en Salta (se rodó en La Merced); allí se radicó la directora –egresada de Cine y TV en la UNC- tras vivir unos años en España. El desplazamiento no aminora el lazo biográfico del filme, cuyo guion nació de una entrevista real con Sattler y fue tomando forma con los años. En 2014 el proyecto ganó el premio Raymundo Gleyzer por la Región del Noroeste e inició el lento camino a la consolidación.

“Yo no vivía en el pueblo cuando pasó esto, cerca del 2000. Pero sentí que había que hacer algo con la historia porque era injusta y Eric fue una persona que nos marcó a quienes fuimos sus alumnos. La idea no era abordar una temática homosexual, ya que la historia trasciende la elección sexual. No dijimos ‘hagamos esta película con esta temática’. La historia es la del maestro, que sí, es gay. Pero la idea surge de algo más intuitivo, que conocía y quería contar. El contexto pueblerino es el contexto en que sucedió la historia y quisimos mantenerlo porque tanto Julián como yo venimos de pueblos y conocíamos de primera mano cómo se mira, cómo nos comportamos o comportábamos ante esas situaciones”, dice la directora.

Y completa: “El maestro no tiene ningún problema, el problema lo tenemos nosotros con él. Prejuicios personales tenemos todos, de repente uno se da cuenta y dice ‘estoy replicando lo mismo que hacen otros y yo critico’. Los padres tienen diferentes motivos para reaccionar así, la ignorancia es uno, la homofobia otro, pero también se sugiere el temor a que queden al descubierto y de manifiesto quienes son homosexuales y padres de familia”.

Hacer una ópera prima conjunta exigió por contraste un ejercicio de respeto y tolerancia. Dabien: “Fue conocernos mucho, de una manera muy especial. Fueron más de  seis años de desarrollo, nos prendimos fuego mil veces, pasó de todo, nunca dimos un paso atrás. Ser dos a la hora de decidir implica la permeabilidad, el consenso, la fraternidad. A pesar de ser muy diferentes nos hicimos fuertes el uno al otro, eso fue clave. Lo logramos, encontramos la manera de ponernos de acuerdo y el estreno nos hace muy felices”, señala.

Si algo estaba claro desde un inicio era el protagónico de Velázquez, ya propuesto en el casting tentativo que fue al Raymundo Gleyzer y que el actor ignoraba. “Desde que lo vi actuar por primera vez filmando la serie La casa de Diego Lerman supe que quería trabajar con él –sigue Dabien-. Se comía la cámara y en el set su concentración imponía un respeto profundo. Cuando empezamos a desarrollar El maestro no dudé en proponerlo a Cris y a la producción, fue increíble por que en ningún momento dudamos de que era un papel para él. Llegaba al rodaje con su guion lleno de notas de colores y mil preguntas para hacernos, siempre aportando profundidad al personaje, colaborando en que lo conozcamos, en que tenga más capas con las que trabajar. Nos planteaba dudas que modificaron escenas en pleno rodaje”.

Cambios y continuidades

–¿Qué filmes tomaron de referencia? ¿Tuvieron películas argentinas de guía?

–Cristina Tamagnini: Sobre el trato que vive Miguel (el niño) la referencia fue Crónica de un niño solo de Leonardo Favio. La cacería de Thomas Vinterberg fue una película que vimos muchas veces por el tratamiento que hace de la mirada del otro sobre el protagonista. Los coristas de Christophe Barratier nos sirvió para trabajar la relación del docente con el alumno y el apasionamiento que logra en el estudiante que termina cantando en el coro.

–Los planos generales son amplios, simétricos, horizontales y connotan una bella placidez. ¿Existe a la vez cierta celebración de la existencia pueblerina?

–Julián Dabien: No sé si nos propusimos que se deba entender así, creo que más bien una película con estas características toma su propio camino en el momento en que se están cocinando la cantidad de condimentos y variables que hacen a su carácter. Por más que teníamos en claro una propuesta estética con el equipo de arte y fotografía, estando ahí retratamos a ese pueblo desde nuestra mirada. Es el reflejo que le brindamos al espectador para que lo perciba desde su particularidad y tome sus propias conclusiones.

–¿En qué medida los cambios culturales y legislativos, como la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, han alterado las circunstancias de la película?

–Cristina Tamagnini: Los cambios culturales y legislativos modifican conflictos como los de El Maestro. Pero como dijo Diego Velázquez en una nota, “Las leyes a veces van más rápido que una parte de la sociedad”. Cuando pareciera que es una instancia superada suceden situaciones que nos indican que no se ha superado. Cuando creíamos que si no adaptábamos la historia a la década de 1990 quedaría desactualizada nos encontramos en la preproducción con padres que sacaron a sus hijes del casting por la temática.

Para ver

El maestro se estrena este jueves a las 20 en Cine.ar TV y repite el sábado a las 20. A partir del viernes estará disponible en Cine.ar Play.

“El maestro”