Ahí está Sam Smith, célebre periodista estadounidense que cubrió los mejores años de Michael Jordan en la NBA. O sea, los años de Jordan en esos Bulls noventosos. Ahí está, acodado a una mesa vidriosa. Canoso, con el bigote blanco, con el gesto predispuesto.
En tono amable y, al mismo tiempo pasional, Sam sale firme hablando de Michael Jordan en The Last Dance. Y le confiesa a Mundo D que está “sorprendido” de “aparecer seguido” en el documental de Netflix y ESPN del que habla todo el mundo. Porque asegura que el programa ha sido la oportunidad que encontró el propio Jordan para “contar ‘su’ historia”.
Y en esa verdad radica su sorpresa: uno de los capítulos que a Jordan le hubiera gustado no contar fue el que tuvo de protagonista a Sam Smith.
El periodista que hoy escribe para Bulls.com (la web oficial de Chicago Bulls) fue quien con genial trabajo periodístico de relevamiento y detallismo publicó el libro The Jordan Rules (“Las reglas de Jordan”). Lo que se contó en esas páginas bajó para siempre del pedestal de perfección a Michael. En todo caso, como contará Smith, humanizó su ímpetu competitivo.
El libro relató la intimidad del equipo en 1991 y cómo, en esa privacidad, el perfil de liderazgo sofocante que ejerció Jordan saturó a sus compañeros. Algo que al 23 le generó rispideces monstruosas y, al mismo tiempo, una inédita “cazas de brujas” en el seno de la franquicia por saber quién reveló tanta información.
En The Last Dance transcurren varios minutos en los que Jordan y otros ex jugadores de los Bulls aceptan el cimbronazo que significó aquella publicación. Eran tiempos en los que Smith veía frecuentemente las prácticas, charlaba mano a mano y fuera de micrófono con Jordan y, además, frecuentaba una trastienda que presentó al público como pocas veces se vio en la historia del periodismo deportivo.
Hoy Sam Smith está en Chicago, viviendo en la cresta de la ola del tsunami de repercusión que generó The Last Dance. Y en esta nota seguirá revelando detalles: qué hace Jordan en estas horas de renacida atención, cómo el 23 “está volviendo a ser” y cómo el mismo Jordan terminó ratificando todo lo publicado. Ahí está Sam Smith, esta es su visión…
–¿Qué opinas de “The Last Dance”?
–Básicamente, Michael ha tenido la oportunidad de contar su historia, realmente por primera vez, a su manera. Es alguien que ha estado recluido los últimos 20 años, así que disfruté verlo nuevamente. En parte lo vemos como lo recordamos desde la década de 1980. Atrevido, divertido, desafiante, con ese brillo en sus ojos por la vida y el básquet. Me alegra que los fanáticos lo vean de esta manera.
–¿Crees que “The Last Dance” vuelve a poner a Jordan en la consideración del mundo del deporte? ¿Necesitaba eso?
–No creo que necesite eso. ¡Él es Michael Jordan! Pero, por supuesto, vuelve a poner su nombre en primer plano. Después de todo, es multimillonario, tiene una nueva familia con niños pequeños, posee una franquicia de la NBA y ha construido su propio campo de golf de campo en Florida, en el que hay que pagar “cuotas de iniciación” para poder entrar. Escuché que cuesta unos 200 mil dólares solo para unirse a una lista de espera. Así que me sorprendió un poco que esté haciendo esto. Pero supongo que pensó por qué no. Después de todo seguro se dijo: “¡Soy Michael Jordan!”.
–¿Sabés cómo Jordan pasa estos días de repercusión para “The Last Dance”?
–Probablemente cómo pasa la mayoría de los días en Florida, al menos antes de la pandemia: jugando al golf. ¡Apostando! Y también jugando con sus hijos. Me encontré con él en Charlotte hace unos años en un partido de los Bulls y me dijo que había estado cambiando los pañales antes de venir a Charlotte para el partido. Descarto que sigue en lo mismo.
–¿Cómo vivís estos días con la aparición de tu nombre e imagen en “The Last Dance”?
–Es un poco incómodo ya que todavía trabajo como periodista (para Bulls.com y escribo libros, “Hard Labor” y “Derrick Rose’s I’ll Show You”, que se publicaron los últimos años). Y prefiero contar historias antes que estar en la historia. Pero siempre he operado con el compromiso de que mi carrera se ha centrado en pedirles tiempo a las personas para hacerles preguntas. Entonces, si me preguntan, les debo responder. Así que me senté para la entrevista para el proyecto, pero habían entrevistado a tantas personas que no esperaba estar mucho en él. Además, Jordan y yo tuvimos una pelea después de la publicación del libro The Jordan Rules en 1991. Así que no estaba seguro de que me quisiera en el programa. Sus principales personas de contacto son productores ejecutivos. Pero parece que Jordan ha permitido que todos estén en programa, excepto su esposa e hijos. Por supuesto que mi relación con Jordan me ha permitido comunicarme nuevamente con mucha gente para hablar de él. Incluso me he comunicado con Manu Ginóbili. Y, por cierto, aunque no me conocía, disfruté hablando y escribiendo sobre Manu tanto como cualquiera que lo conozca dado su sinceridad y humor desacartonado.
–¿Qué fue lo más fascinante de ese equipo de Chicago Bulls y qué fue lo menos lindo?
–Siempre, lo más fascinante en todo son las personas. De eso se trataba el libro de The Jordan Rules y del documental The Last Dance, en efecto. Todos tienen una historia y no se trata solo de lo que hizo el equipo, sino de cómo lo hicieron y cómo todos reaccionaron entre sí a esos eventos a lo largo de aquellos días. Ese equipo de los Bulls fue una gran historia por la cantidad de personalidades divergentes y a menudo erráticas (Rodman, por ejemplo) que estaban reunidas. Todos tuvieron la capacidad de trabajar juntos durante tanto tiempo para ese objetivo común, que fue ganar títulos. Y hasta quizá se debería mostrar la vez que Jerry Krause (el gerente deportivo de los Bulls en aquellos días) estaba en una sesión de entrenamiento recibiendo un masaje. Y aprovecho esta respuesta para pedir disculpas de inmediato al público ya que Jerry aparece como el villano del programa. Aunque, lo que dijo Steve Kerr (ex compañero de Jordan) era cierto: “Jerry couldn’t get out of his own way” (significa que no podía hacer otras cosas que las que hizo y a su particular manera, que eran tomar decisiones incómodas para la franquicia y eso lo enfrentó a los jugadores).
–¿Cómo has experimentado el cambio en el periodismo para cubrir la NBA desde esos días en Jordan hasta los de Lebron James?
–Lo que más cambió fue el acceso, principalmente. Pasar de una época en la que viajábamos todo el tiempo con los jugadores, estábamos en los mismos hoteles y en el autobús del equipo, esperando en el aeropuerto juntos por el avión. Había más un ambiente familiar, en el que pudimos conocer a todos más íntimamente. Y había entendimientos sobre lo que escribiste y lo que no. Muchos vieron que el libro “The Jordan Rules” exponía las operaciones internas, pero básicamente se trataba de interrelaciones con respecto al básquet y a un equipo. En aquellos días también pasamos más tiempo conociendo personas y las historias de esas personas. Porque lo más pronto que podíamos escribir o informar algo era “al día siguiente”. En esta era, la que estamos viviendo, carece de profundidad y fibra. Porque los medios tienen que preocuparse por tuitear algo cinco segundos después de escucharlo y antes de que alguien más lo haga para poder pasar al siguiente tuit…
–¿Qué es lo más sorprendente que te pasó con Jordan y en tu profesión?
–Probablemente, lo más sorprendente que viví fue la forma en que tantos medios se pusieron en mi contra para condenar la publicación del libro “The Jordan Rules”. No esperaba que fueran mis socios, pero no por eso esperaba que tantos hayan degradado el libro para, al parecer, tratar de ganarse el favor de Jordan. A lo largo de los años, estoy orgulloso de que el libro siga siendo relevante y, en lugar de ser representado como un ataque a Jordan, es una explicación que incluso Jordan respalda en estos días: que el liderazgo no se trata de hacer amigos, sino también de empujar y conducir a las personas. En este caso, a compañeros de equipo hacia un lugar donde tal vez incluso ellos no creían que podían llegar para perseguir un objetivo común.
Ahí está Sam Smith. El hombre que con verdades desafió a Jordan y se ganó su respeto.