Genaro Fessia jugó en Los Pumas hasta 2012 y fue mundialista un año antes: en la Copa del Mundo de Nueva Zelanda 2011. En su debut, y tras una carrera de 70 metros, el tercera línea cordobés apoyó un try, acción que colaboró en la consolidación de la victoria argentina ante Rumania (por la segunda fecha del Grupo B). En 2014, le puso fin a su carrera deportiva y lo hizo con los colores del club que lo vio nacer: Córdoba Athletic. Pero el rugby siempre fue una parte importante en su vida y nunca se alejó definitivamente del deporte.
Después de dirigir durante tres años a los juveniles de la entidad de barrio Jardín Espinosa, a fines de 2019 asumió como director deportivo del rugby rojinegro, rol que comparte con la administración de consorcios, su actividad particular. “Como director deportivo estoy encontrando una veta que me gusta mucho. Dejé de jugar en 2014 y hasta entonces es como que tenía esa necesidad de conseguir algo que me apasionara tanto como jugar. Creo que lo estoy encontrando porque a esta faceta como la de desarrollador de juveniles le estoy agarrando el gustito. Ojalá tenga el nivel de pasión que le puse a mi etapa como jugador”, cuenta a Mundo D.
El exintegrante del seleccionado albiceleste se preocupa y se ocupa de todo lo que concierne al rugby “inglés”. Y, en tiempos de pandemia y cuarentena, es uno más de los que asume el compromiso de “llevar el club a la casa” de cada uno de los chicos.
“Entre todos nos vamos apoyando y ayudando porque en un panorama tan incierto es muy difícil planificar. Como a todos y en todos los ámbitos, la situación nos sorprendió; nadie estaba preparado para algo así”, relata.
Y continúa: “Al principio se coordinaban actividades semanales con los preparadores físicos para que los chicos estuvieran en movimiento por lo menos dos o tres veces por semana y hablábamos de la parte técnica, hacíamos análisis de video y charlas de rugby pero después como vimos que esto se iba para largo, mantuvimos la parte física y cambiamos la técnica por áreas de contención o algo más lúdico. Hablar del juego y no poder jugarlo es bastante frustrante”.
El cordobés transmite su experiencia a los más jóvenes y traslada las herramientas que asimiló en el deporte de alto rendimiento. Su esfuerzo y sacrificio por mantenerse en la elite del rugby lo avalan. “El alto rendimiento te enseña a optimizar recursos y se potencia cuando el alto rendimiento proviene de una estructura amateur. En mi época de jugador, yo pasaba de estar en Córdoba, donde estudiaba, trabajaba y entrenaba, a jugar contra profesionales, que sólo se tenían que ocupar de entrenar. Tenía que optimizar al máximo mis recursos, en este caso el tiempo. Lo que nos hace fuertes a los deportistas amateurs es saber que lo que dejaste de aprovechar ahora, mañana ya lo perdiste. Y eso trato de transmitir”, explica el jugador que se transformó en un referente cordobés, un deportista que nunca se dio por vencido.
Genaro Fessia se ganó un lugar en Los Pumas y jugó un Mundial, algo que le resultaba impensado cuando era un niño que correteaba por los rincones del Córdoba Athletic. De su pasado vistiendo la albiceleste tiene innumerable cantidad de recuerdos, pero aclara que lo marcó el espíritu de fraternidad que tenían todos sus compañeros: “Cuando nos juntábamos éramos todos iguales, no importaba ni tu origen ni tu condición o si eras una superestrella o un jugador que recién estaba comenzando. Te sumabas al equipo y éramos iguales e íbamos todos por lo mismo. Era como un ensamble automático y eso te hacía sentir bien desde el principio”.
En aquel entonces los encuentros no se daban tan frecuentemente y quizá, un jugador del interior del país, se encontraba con sus compañeros cada cuatro o cinco meses. Esa situación también potenciaba “el sentido de la oportunidad” para mostrar sus condiciones y ser tenido en cuenta por los entrenadores que dirigían a los seleccionados nacionales.
“Las oportunidades de mostrarte eran menores que las de un jugador de Urba y no estaban los sistemas de detección de talentos que hay ahora. Hoy se trabaja muy bien en ese aspecto y es muy difícil que un jugador talentoso, con buena proyección, se vaya del radar de la UAR. Antes, un jugador del interior tenía que hacer un esfuerzo importante para resaltar y que llevaran tu nombre a Buenos Aires”, indica el cordobés de 38 años.
Y cierra: “Siempre fui muy exigente conmigo mismo. Nunca me conformaba y buscaba mejorar, progresar. Estoy muy contento con lo que logré, pero siempre quise más”.