Una de las consecuencias directas que trae aparejado el impacto de la pandemia de coronavirus en la economía es la caída de la recaudación fiscal y, con ello, el giro de recursos de dinero a las provincias, ya sea por coparticipación o por transferencias extraordinarias. 

Si bien se está recién en el inicio de la paralización que la cuarentena parcial provocará al país, ya ha comenzado a observarse una retracción muy fuerte en el envío de fondos. Y esto preocupa a los gobernadores, con un margen de maniobra cada vez más reducido por la recesión que desde hace dos años venía afectando a la economía. 

A la par de las medidas de aislamiento para mitigar la propagación del “virus maldito”, en las pantallas de control que tiene en su despacho la titular de AFIP, Mercedes Marcó del Pont, comenzó a verse una tendencia que se esperaba pero que no deja de alarmar. 

Hasta fines de febrero, allí podía verse que ingresaban unos 16.650 millones de pesos por día en promedio. La recaudación tributaria venía creciendo en torno al 43% anual, unos 8 puntos por debajo de la inflación.

Ese crecimiento nominal inferior a la inflación ya determinaba caída real de recursos. Y ahora el gobierno, según calificadas fuentes consultadas por este diario, supone que podría registrarse el peor marzo desde la mega crisis económica de 2001/2002 en términos reales de ingresos genuinos para el fisco, incluso después de la suba de retenciones a la soja. 

En lo que refiere a fondos para las provincias, esto ya ha comenzado a verse. De acuerdo con los montos diarios de los recursos tributarios de origen nacional que van a las cajas que administran los gobernadores, se giraron 66.241 millones de pesos entre el 1 y este martes 17 de marzo. 

En el mismo mes de 2019 y en la misma cantidad de días (12), el envío de fondos había sido de 50.470 millones de pesos. Hay una diferencia nominal anual de 31,2%. En términos reales, comparando con la inflación del mismo período, la baja es estrepitosa. Y la tendencia muestra que esto se acentuará.

Datos de la Dirección de Asuntos Provinciales indican que el envío de estos fondos había crecido un 38,8% anual en enero (al pasar de 117.636 a 163.269 millones) y un 43,73% en febrero (de 107.525 a 154.546 millones). 

En estos fondos están incluidos los recursos de la ley 26.075 (inversión en educación, ciencia y tecnología); el programa de Políticas Sociales Comunitarias (Posoco); Programa Social Nutricional (Prosonu); para hospitales y minoridad; obras de infraestructura; vialidad; Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI); y distintas compensaciones, entre otros puntos. 

La reacción del gobierno 

El Gobierno decidió ampliar el déficit fiscal e imprimir moneda para inyectar dinero en la economía, con el objetivo de morigerar el impacto de la crisis por la pandemia del coronavirus y ayudar a los gobernadores, con la idea de que la crisis no se espiralice.  

El presidente Alberto Fernández prevé que la baja de recursos se profundizará aunque es un misterio cuál será el piso. Y en paralelo, hace falta destinar recursos que no hay para contrarrestar el impacto de coronavirus. 

En las reuniones que tuvo con el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, en los últimos cuatro días, Fernández ha sido tajante: “Hay que imprimir moneda y parar esta locura”. 

Este martes, en diálogo con la radio Metro, el jefe de Estado dijo que uno de sus objetivos es “no paralizar la economía”. Eso fue lo que llevó al Gobierno a decidir medidas más laxas, por ahora, que otros países en donde la pandemia está causando estragos. 

“Necesitamos inyectar recursos para que la economía se siga moviendo y que el trabajo se sostenga”, enfatizó el Presidente. Y horas después salieron Guzmán, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; el jefe de Desarrollo Social, Daniel Arroyo; y el titular de la Anses, Alejandro Vanoli, a anunciar un paquete de medidas por casi 130.000 millones de pesos. 

Hasta aquí el gobierno había evitado la profundización del déficit porque necesitaba mostrar una impronta de solvencia fiscal y voluntad de ordenar la macroeconomía para mejorar sus chances de negociación con los acreedores. Pero el coronavirus llevó a la gestión a un estado de desesperación y toma de decisiones. 

Fernández mismo, quien llama en su despacho como “virus maldito” al covid-19 aclaró que no le preocupa el déficit fiscal o, al menos, no le quita el sueño aumentar el rojo que dejó el gobierno anterior. “Esta vez lo más importante es sostener la economía y no el déficit”, dijo el Presidente. 

Y reconoció: “Esto nos va a traer un déficit un poco más grande, pero es necesario para salir de esta cuestión. Porque si a la enfermedad le sumamos más problemas de trabajo y de pobreza va a ser aún peor”.

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