En medio de la búsqueda de una cura y de una vacuna para superar la COVID-19, se publican muy rápido estudios sobre el trabajo que están haciendo los investigadores, que en otros tiempos no hubiesen sido publicados (esta nota sobre los problemas que surgen cuando la ciencia se acelera lo explica en más detalle).

Entre ellos, hay estudios preliminares, en los que los científicos buscan pistas sobre diferentes aspectos del virus y publican como “pre-print”, es decir pre-impresión, sin que se haya publicado en una revista científica. Esto implica que no pasaron por el proceso de revisión de los pares, que es lo que asegura solidez metodológica en las investigaciones (ver ¿Cuándo creerle a una noticia científica sobre el coronavirus?).

Muchas de estas investigaciones preliminares buscan encontrar las relaciones entre el virus y otros factores -como la edad o la presencia de otras enfermedades- , que puedan ayudar a entenderlo mejor. Es decir, estudian la correlación entre dos variables, si observan que la COVID-19 tiene mayor impacto sobre personas de más de 60 años, pueden concluir que hay algo en la edad que nos hace más vulnerables.

En esa línea se han publicado muchos estudios que señalan la relación entre dos variables, pero sin poder explicar con certeza suficiente cuál es el vínculo entre ellas. Es el caso de la vacuna BCG, que fue señalada como posible explicación de las diferencias de la severidad del virus en distintos países, y es el caso ahora con muchos de los estudios que se publicaron sobre la vitamina D. Probablemente veamos varios otros hasta que tengamos mejor información sobre el nuevo coronavirus y la enfermedad que causa.

“El primer paso para entender algo es encontrar una correlación, dos variables que parecen estar relacionadas. Eso es parte de la investigación científica. El problema es que si no se puede explicar por qué están relacionadas, o probar una causalidad, es decir que una cosa es la causa de la otra [en este caso tener baja vitamina D hace que la COVID-19 sea más severa] no sirve de mucho”, explicó a Chequeado Fabricio Ballarini, biologo investigador del Conicet y coordinador de @Coronaconsultas.

Y agregó: “En otro momento no se publicarían artículos científicos que sólo muestran una correlación sin probar cuál es el efecto de una cosa sobre la otra. Pero ahora se están publicando mucho artículos sin la revisión necesaria”.

En el caso de la vitamina D, los diferentes artículo que se publicaron muestran que hay una relación entre los niveles de vitamina de la población y la severidad del coronavirus. “Son estudios observacionales”, explicó a Chequeado Ariadna Echavarría, médica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Esto quiere decir que se intenta ver si ambas cosas están asociadas: el nivel de vitamina D y la cantidad de casos y la mortalidad por la COVID-19. Pero esto no prueba que estén relacionados, ya que otros factores influyen. Por ejemplo, la población de mayor edad suele tener menores niveles de vitamina D y el coronavirus los afecta más. Esto puede ser por la vitamina o por muchas otras cosas que cambian en el organismo con la edad. Hacen falta aún más y mejores estudios para poder determinar si hay una relación ”.

Si es cierto, agregó Echavarría, que la vitamina D ayuda al sistema inmunológico, y en el caso de personas que tienen deficiencia es necesario complementarlo. Pero esto no quiere decir que tomar vitamina D, si uno no tiene deficiencia, ayude al sistema inmunológico.

*Este texto fue publicado originalmente por Chequeado. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente. El enlace a la nota original, en este link.

(Chequeado)