El papa Francisco iniciará la semana próxima su octavo año como pontífice, en el que se espera que avance con la reforma de la Iglesia que inició tras su elección el 13 de marzo de 2013, y entre los asuntos pendientes está la sanción de una nueva Constitución, la incorporación al derecho canónico de normas contra la pederastia en el clero y la renovación del colegio cardenalicio que elegirá a su sucesor.
Apenas 30 días después de ser elegido Papa, Bergoglio creó el denominado “Consejo de Cardenales”, compuesto en su origen por ocho purpurados, con el objetivo de analizar la reforma de la Iglesia y sancionar una nueva Constitución apostólica que reemplace a la vigente “Pastor Bonus”, de 1988.
Después de 33 reuniones, el consejo asesor ya tiene lista una versión de la nueva Carta Magna, que está en fase de revisión final con la esperanza de que el pontífice la promulgue el próximo 28 de junio.
Según los borradores a los que accedió esta agencia, la Constitución, que llevará por nombre “Prediquen el Evangelio”, plasmará en su texto la reconversión que el Papa propone para su modelo de Iglesia: en contacto con las periferias y distanciada del modelo que, incluso en Argentina, han alejado a miles de personas de la institución en los últimos años.
Para ese fin, Bergoglio creará un megadicasterio (el equivalente vaticano a un ministerio) para “la Evangelización”, que fusionará a todos los organismos actuales de la Santa Sede dedicados a las misiones y a la caridad.
Contra la pederastia
Con la misma importancia Bergoglio incluirá con rango constitucional, dándole máxima visibilidad canónica, a toda la batería de medidas que ha impulsado para luchar contra el “cáncer” de la pederastia en la Iglesia, como él mismo definió a los miles de abusos sexuales cometidos por miembros del clero.
En el último año, el Papa dispuso por decreto el levantamiento del secreto pontificio para los casos de abusos; la persecución judicial a quienes cometan “abusos o malos tratos a menores o a personas vulnerables” y la obligación de denunciar “en forma tempestiva” a los abusadores.
Todas normas que obtendrán rango constitucional a partir de “Prediquen el Evangelio”.
Mientras tanto, los sectores conservadores que lo han enfrentado desde el inicio de su pontificado continúan con su ofensiva, como lo demuestra la reciente aparición de un libro del cardenal Robert Sarah, uno de sus máximos críticos, en el que buscó condicionar la postura del Papa sobre el celibato y quiso arrastrar a la polémica al papa emérito Joseph Ratzinger.
La operación fue finalmente desmontada por el Papa y motivó el desplazamiento como jefe de la Casa Pontificia del secretario histórico de Ratzinger, Georg Gainswein, indicado como uno de los motores de los sectores que buscan contraponer a Francisco con su antecesor.
Francisco continúa además la lucha para cambiar la estructura económica del Vaticano, donde aumentaron los controles y la apertura, pero siguen apareciendo negocios con sospechas.
La investigación en curso sobre seis empleados vaticanos por un posible fraude en operaciones inmobiliarias por más de 200 millones de euros es una muestra de esa tensión.
Por otro lado, Francisco ya ha renovado a la mayoría del colegio cardenalicio, asegurando una mayoría de “sus “ cardenales en una eventual nueva elección, pero aún no emerge con claridad la figura de un “sucesor”.
Un eventual nuevo cónclave tendrá 66 cardenales electores creados en el pontificado de Francisco, frente a 42 creados por Benedicto XVI. Además, Bergoglio apostó por “deseuropeizar” a los eventuales votantes, ya que Europa pasa de tener el 56 por ciento de los votantes que tenía en 2013 al 43,5 por ciento actual.
Por último, el balance de los primeros años de Francisco y los desafíos que tiene por delante incluyen también el hecho de que aún no ha visitado Argentina, España, Francia y Alemania, países considerados centrales para el catolicismo.