El parate por el coronavirus no sólo genera interrogantes sobre cómo repercute en el funcionamiento físico de los deportistas sino también, en cómo afecta a su aspecto psicológico. Enojo, apatía, estados depresivos o ansiedad son algunos efectos que puede provocar en un basquetbolista profesional transitar la pandemia, le reconoce el psicólogo César Bernhardt a Mundo D.
Exjugador de básquet, licenciado en psicología con formación específica en psicología deportiva y cofundador hace 12 años de la consultora Rindo, Bernhardt proporciona un pantallazo de lo que pueden provocar psicológicamente las restricciones deportivas impuestas por el aislamiento social preventivo y obligatorio en deportistas de elite en general, y en el básquet en particular.
–¿Cuáles son las incidencias psicológicas que genera la pandemia en los deportistas profesionales, más específicamente en el básquet?
–A partir de la imposibilidad de entrenarse y competir con normalidad, los deportistas pueden tener alteraciones en varios de los componentes de la fortaleza mental que todo atleta debe tener incorporado a su psiquismo. La fortaleza mental es un pilar fundamental del desarrollo psico-deportivo de todo atleta de alto rendimiento y, en este sentido, puede verse afectada la autoconfianza. También la motivación puede verse alterada ante la ausencia de objetivos deportivos. Por ende, la intensidad de lo que el deportista hace en la diaria también se modifica. También puede producirse un desequilibrio entre preocupación y ocupación. Esta cuarentena fomenta el aumento del pensar por sobre el hacer. Y cuando las ideas no se dirigen a conceptos constructivos y van a mensajes internos que les provocan temores e inseguridades, el efecto es negativo.
–¿Cuáles son los principales síntomas?
–La cuarentena puede implicar diversas manifestaciones, o ninguna. No puede generalizarse la dimensión de lo psicológico. Pueden manifestarse el enojo bajo la forma de bloqueo con características de inhibición o explosión, con características de agresividad. También apatía y evitación, con disminución del propósito que implica la práctica deportiva y de las certezas que todo atleta persigue durante la temporada. Renuncia, que puede no ser una renuncia formal a la disciplina, pero sí una renuncia emocional a la actividad. En otros casos puede haber estados depresivos o de ansiedad, por la incertidumbre acerca del presente que puede originar reproches al pasado, o visiones dramáticas acerca del futuro.
–¿Cómo repercute en su vida diaria?
–De diversas maneras. La gestión de la incertidumbre es trascendente con este contexto ya que es uno de los mecanismos psicológicos que más energía mental nos hace consumir. No saber qué va a pasar nos desgasta mucho en poco tiempo. Por ende, pueden aparecer cambios significativos en el ánimo, en los hábitos alimenticios, también en el descanso y en la forma de relacionarse con las personas de su círculo más estrecho.
–¿Cómo influye el entorno en la situación que vive el deportista?
–La familia tiene una injerencia directa. El vínculo familiar es fundamental porque implica afecto, que es un recurso esencial para afrontar este escenario adverso. El entorno laboral también es importante porque la cuarentena es un período ideal para tener conversaciones importantes con el cuerpo técnico. Y no sólo la reunión de equipo a través de la pantalla, sino fundamentalmente la entrevista individual, que es algo que ningún deportista y entrenador debería privarse de tener. Y el círculo social del básquetbol y su efecto de audiencia no deben dejar de tenerse en cuenta. En el profesionalismo es común que las expectativas del entorno influyan y se constituyan como un elemento al que el deportista le presta mucha atención. Por ende, es importante no intoxicarse de información y hacer un uso consciente de las redes sociales y las noticias acerca de su equipo y de él.
–¿Hay una forma de sobrellevarlo de la mejor manera?
–Existen algunas recomendaciones. Por ejemplo, tener objetivos individuales de crecimiento en esta cuarentena. Que cada día valga la pena para trabajar en algún recurso importante y viable porque la motivación se nutre de metas. La comunicación estratégica con el entrenador y una rutina ordenada nos vuelve al eje de los hábitos. También pensar afuera de la pelota: las actividades que generan bienestar, el cultivo de los vínculos importantes y la presencia de proyectos, que vayan más allá del ser deportista, contribuyen a la salud mental y al equilibro del sistema humano. También asumir con matices esta coyuntura, lejos del pensamiento polarizado en términos de ‘todo o nada’, ni tampoco pensamientos catastróficos, dramatizando todas las hipótesis futuras de la práctica deportiva.
–¿Cómo deberá ser la transición del deportista hasta que la actividad vuelva a acomodarse?
–Primero, hay que ajustarse al documento oficial que es la “Guía para la práctica de básquetbol durante la cuarentena” de la Confederación Argentina y la Asociación de Clubes. Segundo, dándole entidad a lo mental, es decir, estar en contacto con el diálogo interno y con las sensaciones y emociones que esto puede haber acarreado. Anticiparse a que puede haber entrenamientos en donde el atleta se sienta raro, desacomodado. Lo mismo en situaciones de competencia. Si algo ha modificado esta cuarentena es la relación con el tiempo y el espacio que todos concebimos como habitual. Volver a acomodarse no se dará de la noche a la mañana, lo que no quiere decir que afectará a todos los atletas por igual. Y aprender, fruto del contexto Covid-19, que el entrenamiento mental es un área del atleta profesional tan importante como el entrenamiento técnico, táctico, físico y nutricional.