Hoy suena a cuento, pero fue tan real como la competencia de lanchas que recibió el lago de la Isla Crisol en 1958, como el torneo Panamericano de Básquetbol de 1966, en la Plaza Próspero Molina de Cosquín o como la noche que Daniel Willington se puso la camiseta de Belgrano para jugar contra Talleres.

El deporte cordobés cuenta con un buen abanico de episodios “escondidos” por el paso de los almanaques y que, al sacarlos a flote, los más jóvenes o los desmemoriados no dan crédito o les asignan la categoría de mito.

El arribo de la Fórmula Uno al Parque Sarmiento, el 14 de febrero de 1960, es un claro ejemplo de ello. Asociar al circo del mundial de autos a nuestro principal paseo urbano, es hoy una tarea de soñadores. Pero no fue así en aquel verano, cuando los cordobeses se convirtieron en tuercas por un día. Alcides Raies, fallecido anteayer, era el promotor central del desembarco de la F1 en esta capital.

 

“Puede decirse que a lo largo del perímetro (de la pista) no quedó un solo claro, y lo que es más, formando nutridos cordones, superó en lo referente a adhesión a cuanta jornada deportiva se haya librado en nuestro medio”, remarcó La Voz del Interior al día siguiente, en referencia a que nunca la ciudad había vivido un fenómeno popular tan impactante.

“Don Alcides fue a ver al por entonces gobernador de Córdoba, Arturo Zanichelli, para solicitarle un aval y poder hacer la carrera en nuestra ciudad. En aquel momento, Mar del Plata pretendía tener la competencia”, contó años más tarde el periodista especializado Eduardo Gesumaría “Sprinter”.

Se levantaron los boxes, se construyó un túnel para que el público se desplazase de un lado a otro y se delineó el circuito en 3.200 metros, que incluía el zigzagueante camino de “la viborita”, en la zona del Coniferal. Era un circuito difícil, veloz y con un piso que no pudo disimular su mal estado.

Para que el atractivo sea total, el sábado, día de clasificación, el quíntuple campeón mundial Juan Manuel Fangio dio algunas vueltas de exhibición al mando de un Porsche, aunque una mala maniobra casi lo manda al fondo de una barranca de ocho metros de profundidad.

En las pruebas de clasificación, el campeón del mundo, el australiano Jack Brabham (Cooper Climax) fue el más ligero, pero la bandera a cuadros cayó finalmente para el francés Maurice Trintignant (B.R.M.), con un promedio de 122,531 kilómetros por hora.

Alrededor de cinco millones de pesos fue la recaudación registrada en el Parque Sarmiento, una cifra muy superior a los ingresos declarados en las dos pruebas iniciales corridas en Buenos Aires. Con todo, lejos estuvo de cubrir los 22 millones que demandó la temporada internacional en Argentina.

Con la fiesta preparada, los organizadores recibieron una desalentadora noticia a pocas horas de la carrera. La escudería Ferrari, de mediocre desempeño en Buenos Aires, había decidido retirar sus máquinas y embarcarlas hacia Europa. Enzo Ferrari, ante la evidente imposibilidad de aspirar al triunfo en Córdoba, ordenó el retorno de sus pilotos, el inglés Collin Allison y el alemán Wolfgang Von Trips.

Sobre la hora casi sufre la deserción del equipo británico B.R.M., molestos por la tardanza en el arribo de sus coches, despachados el jueves previo a la competencia en camión, y que llegaron a Córdoba a menos de 24 horas del inicio de la carrera. Los ingleses estaban más que inquietos, sobre todo cuando vieron aparecer al camionero, en estado de ebriedad y en agradable compañía femenina.

Para que el atractivo sea total, el sábado, día de clasificación, el quíntuple campeón mundial Juan Manuel Fangio dio algunas vueltas de exhibición al mando de un Porsche, aunque una mala maniobra casi lo manda al fondo de una barranca de ocho metros de profundidad.

En las pruebas de clasificación, el campeón del mundo, el australiano Jack Brabham (Cooper Climax) fue el más ligero con 1m 27s 3/10, lo que le aseguró la primera fila de largada junto a Trintignant y el sueco Joakim Bonnier (B.R.M.).

En la segunda fila partirían el norteamericano Dan Gurney (B.R.M.) y el argentino Carlos Menditeguy (Cooper-Maseratti), mientras que en la tercera hilera lo harían el neocelandés Bruce McLaren (Cooper), Ireland y “Larry”, aunque estos dos último luego no largaron.

La grilla de partida se completó con Harry Schell (Estados Unidos, Cooper-Maseratti), Alan Stacey (Inglaterra, Lotus), Giorgio Scarlatti (Italia, Maseratti), Gino Munaron (Italia, Maseratti), Maten Gregory (Estados Unidos, Porsche), Roberto Bonomi (Argentina, Cooper-Maseratti), Ettore Chimeri (Venezuela, Maseratti) y Nasif Estéfano (Argentina, Wayne).

También habían tomado parte de las pruebas los argentinos Froilán González (Corvette) y Oscar Cabalén (Maseratti), pero el bajo rendimiento de sus automóviles los decidió a no participar de la prueba.

Hora de partida

El domingo 14, desde muy temprano, una caravana humana comenzó a pugnar por una buena ubicación a pesar de la calurosa jornada. Para matizar la espera de la carrera, cuyo inicio estaba previsto para las 17, la organización programó una prueba motociclista de 50 millas, además de un desfile con los automotores producidos en la distintas plantas industriales radicadas en Córdoba. También hubo un recorrido de la pista por un jeep guiado por Juan Manuel Fangio en compañía del gobernador Zanichelli, y una ceremonia con los abanderados de los países representados.

A la hora fijada, las máquinas rompieron el silencio y se dispusieron a dar las 75 vueltas al circuito. En la salida, dos pilotos justificaron ampliamente sus antecedentes: Brabham asumió el comando del pelotón seguido por su compañero de equipo, McLaren, quien había ganado una semana antes del Gran Premio corrido en Buenos Aires.

Ambos imprimieron un fuerte tren de carrera en el inicio, luego regularon un poquito el ritmo para pronto volver a la carga a todo motor. En la vuelta 29, McLaren debió desertar luego de haber abollado la trompa y roto el radiador de aceite, mientras Brabham siguió al frente algunas vueltas más, acosado más de cerca por Gurney. El argentino Menditeguy, que había arrancado en un meritorio tercer lugar, comenzó a retroceder lugares por problemas con su caja de velocidades.

Cuando todo parecía encaminarse para un triunfo de Brabham, éste debió abandonar en la vuelta 39 a causa de un desperfecto en la bomba de nafta. Gurney pasó a encabezar la competencia escoltado por Bonnier y Trintignant. Al cumplirse la vuelta 40 también se quedó Bonnier, lo que le permitió a Trintignant ubicarse segundo para ir a la caza del puntero. Más atrás se ubicaba nuevamente Menditeguy en el tercer lugar, quien aclamado por la multitud venía acercándose a los puestos de privilegio.

Bandera a cuadros para Trintignant

En la vuelta 58, Trintignant toma la delantera por primera vez, pero Gurney se recupera y vuelve a la punta en el giro 63, a 12 del final. En ese momento, Menditeguy abandona la prueba, dejando a la misma sin uno de sus principales animadores. Poco más tarde lo sigue Stacey y la lucha por la victoria se centra entre Gurney y Trintignant.

El francés, que en la vuelta 64 volvió a pasar al frente, apuró el tren de carrera y se alejó apreciablemente de Gurney. Con impecable manejo hasta la meta, Trintignant llegó a la bandera a cuadros con medio circuito de ventaja sobre el norteamericano. Sólo cinco de los 14 competidores finalizaron la prueba. Escoltaron al ganador Gurney (a 48 segundos), Munaron (a 5 vueltas), Chimeri (a 12 vueltas) y Bonnier (a 22 vueltas).

El promedio del ganador fue de 122,531 kilómetros por hora y el récord de vuelta perteneció a McLaren, que en el giro estableció un tiempo de 1m 27s 2/10.

“Los numerosísimos abandonos –publicó la revista El Gráfico– condujeron a que Munaron, tras haber largado último, avanzara paso a paso y se clasificara tercero. Su labor fue meritoria, fuerza es reconocerlo. Pero con ello se confirma que fue una carrera con un resultado imposible, pues a todo eso se clasificó cuarto el italiano-venezolano Chimeri, hombre a quien bien le vendría un curso de manejo”.

El balance

Alrededor de cinco millones de pesos fue la recaudación registrada en el Parque Sarmiento, una cifra muy superior a los ingresos declarados en las dos pruebas iniciales corridas en Buenos Aires. Con todo, lejos estuvo de cubrir los 22 millones que demandó la temporada internacional en Argentina.

El público, que concurrió en forma masiva, dio la nota con un comportamiento destacado en los medios de prensa.

“Puede decirse que a lo largo del perímetro no quedó en ambos lados un solo claro, y lo que es más, formando nutridos cordones, superó en lo referente a adhesión a cuanta jornada deportiva se haya librado en nuestro medio”, remarcaba La Voz del Interior en su edición del 15 de febrero de 1960.

Fue la jornada inolvidable del automovilismo provincial, la que le permitió ver, por única vez en su historia, a los mejores pilotos del mundo rodando en un paseo tan apegado y tradicional del deporte cordobés.

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