Fiel a su binarismo digital, Netflix se rinde hace rato a una evidencia incontestable: sus documentales son mejores que sus ficciones. Así lo sigue demostrando un racimo reciente de filmes estrenados en la plataforma sin contar miniseries atendibles como Rey Tigre; los tópicos van de la contracultura a la iconicidad musical. 

Circus of books

El mejor es Circus of Books, que se centra en el matrimonio judío veterano que regenteó durante varias décadas las sucursales de la librería del título con sede en Los Ángeles, tapadera literaria que escondía un renombrado y redituable negocio de pornografía gay. Filmada por su hija, la película es más tierna que explícita y deja mayormente fuera de campo a la imaginería y el merchandising sexual.

El gesto se entiende cuando la propia Rachel Mason dice que se enteró del rubro al que se dedicaban sus padres siendo mayor. 

La joven realizadora está más interesada en retratar a la inusitada pareja a cargo del emprendimiento, que mantuvo una discreción tan candorosa como comercial ante el mundillo hardcore: Karen y Barry Mason asisten a la sinagoga, parecen más aficionados a Hallmark o al History Channel que al material condicionado y se sorprenden cuando uno de sus hijos les revela su homosexualidad (alguien los define como “personas buenas, honestas y confiables”). Eso no quita que su local haya sido pionero (arrancó en 1982), que produjeran sus propias cintas triple X y que atravesaran pujas judiciales con el gobierno. 

“¿Estos videos me pagaron la universidad?”, pregunta con asombro la directora al ver el singular catálogo de la tienda, que cerró hace poco al término de una agónica pulseada con la era virtual: la que ahora la da a conocer al mundo.

Campamento extraordinario

No menos encomiable es Campamento extraordinario, nueva entrega de la productora Higher Ground de Barack y Michelle Obama que ya legó la multipremiada American Factory. 

El filme de James Lebrecht y Nicole Newnham se apoya en un fascinante registro de archivo para reconstruir la vida colectiva del Jened Camp, albergue utópico del estado de Nueva York que forjó las bases del activismo civil que desembocó luego en la Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades. 

En sintonía con la efervescencia política del verano del amor (las imágenes datan de comienzos de la década de 1970), un grupo de personas con distintas discapacidades se convoca en una comuna rural para reclamar su participación en los debates y la toma de decisiones con acompañamiento de guitarreadas, sexo y pasatiempos varios.

La democratización llega a conmovedores extremos: hay votación hasta para elegir la lasaña del almuerzo y una joven imposibilitada de articular palabras   tiene espacio para manifestar su voluntad ante el micrófono. Pero según uno de sus miembros se dan también las jerarquías: el lugar alto lo ocupan quienes padecieron la polio y el más bajo los que tienen parálisis cerebral.

“Éramos hermanos y hermanas ahí”, afirma uno de los integrantes del maravilloso conjunto que Campamento extraordinario convoca en tiempo presente para recordar los hechos. 

El filme deja hablar a los personajes y exhibe el registro crudo del pasado con nobleza y sin caer en condescendencia o golpes bajos. 

La segunda mitad es sin embargo convencional y se presta a la verticalidad del mensaje, al seguir el liderazgo de Judith Heumann en la movilización que derivó en la ley histórica de 1990.

Miss Americana

De menor calidad que los anteriores, destacan en la plataforma dos estrenos sobre figuras musicales: por un lado Miss Americana de Lana Wilson, que se presentó a comienzos de año en el Festival de Sundance y se introduce en la intimidad de la megaestrella estadounidense Taylor Swift. 

La expresión es literal: la cámara se acerca a la joven detrás del ícono pop en la soledad de habitaciones, estudios y asientos de auto dejando en segundo plano los barullos de la mediatización y la fama. El abordaje desnudo permite justamente captar la fragilidad de quien parece una chica estadounidense común de clase media, su talento casi automático para componer y los procesos de maduración que se debaten con la búsqueda de aprobación.

Contraparte del tenebroso Amy (dedicado a Amy Winehouse), el filme consigue traspasar el maquillaje pero despierta sospechas al no deslizar pliegues ni oscuridades: “Parecés Barbie”, le dice un admirador a la diva, y esa escena –junto a la ambivalencia del título– es la única ironía que el documental se permite. 

Claro, Miss Americana va sobre los Estados Unidos y el exitismo y superficialidad de su industria espectacular, pero en la balanza el homenaje a la retratada es evidente. Los ataques verbales de los groseros Kanye West y Donald Trump son ideales para trazar la desconsolada iniciación de la cantante al estrellato, ahí donde ya no existe la profundidad. 

Birth of the Cool

Dedicado a Miles Davis, Birth of the Cool asume el efecto inverso: expone las miserias del gran trompetista de Illinois desde un fresco monolítico y casi indiferente. 

La suavidad del documental de Stanley Nelson no debe confundirse con el virtuosismo “cool” de Davis, que revolucionó el jazz con su sonido inconfundible. Nombres como Wayne Shorter, Ron Carter, Herbie Hancock y Quincy Jones junto a especialistas y allegados al músico prestan testimonios mínimos del ídolo máximo, recreando el recorrido biográfico que lleva a la gestación de cimas como el Birth of the Cool homónimo, Kind of Blue o Bitches Brew

Allí están también los escarceos franceses, la voz rasposa, las pausas misteriosas y las fusiones tardías. Y las adicciones, el maltrato a las mujeres, la megalomanía errante. Más estándar que improvisación, Birth of the Cool complacerá a los iniciados y completistas. 

“Circus ok Books” (Netflix)
“Campamento extraordinario” (Netflix)
“Miss Americana” (Netflix)
“Birth of the cool” (Netflix)
“Campamento extraordinario” (Netflix)
“Circus ok Books” (Netflix)
“Campamento extraordinario” (Netflix)
“Birth of the cool” (Netflix)
“Miss Americana” (Netflix)