Hay algo que caracteriza a
Ezequiel Neira
, nacido el 3 de febrero de 2001 en Laborde, Córdoba.
Neira insiste. Siempre va por más, aunque le digan que no y le cierren puertas.
Por algo volvió a
Instituto
en 2017 cuando un año antes no había sido seleccionado en una prueba para sumarse a las inferiores. Pero la oportunidad volvió a aparecer y Neira volvió a intentarlo.
Y aquí está, en el plantel superior de la Gloria luego de haber sido líder, capitán y referente de su categoría en inferiores de AFA.
Neira es un zaguero alto, fuerte y de 19 años que aspira con ganarse un lugar. Y también un contrato profesional. Ése es el primer paso, que seguirá buscando cuando la pandemia de coronavirus lo permita.
“Yo soy de Laborde, un pueblo del sur de Córdoba. En el 2016, con 14 años, hice una prueba y no quedé. Volví al año siguiente de la mano del entrenador Pablo Álvarez, que había estado trabajando en mi zona como DT y me había visto. Me contactó y dije: ‘ésta es la mía’. Estuve tres días probando, después volví por una semana y ahí me confirmaron que había quedado y tenía un lugar en la pensión. Fue en 2017. Desde entonces me instalé en La Agustina. Fue un 6 de marzo. Me acuerdo la fecha porque justo arrancaban las clases”, recuerda Neira, que este año pasó a vivir en un departamento en Jujuy y Quevedo, en Alta Córdoba, junto a cuatro juveniles que también son del interior: Francisco Musso (zaguero, de Río Tercero), Nicolás Saravia (defensor, oriundo de Arroyito) y Matías Alberti (arquero, de Leones) e Ignacio Renzi (arquero, de General Baldissera).
“Laborde es un pueblo chico, lindo pero chico. Yo jugaba en Olimpo de Laborde, el otro club del pueblo es Recreativo. Siempre jugué de central, algún partido en reserva acá en la Liga Beccar Varela me pusieron de lateral. Siempre fui de gran porte y ahora estaré midiendo 1,88 centímetros. Mis virtudes son el mano a mano, el cabezazo en el área contraria y el buen pelotazo, el cambio de frente. Y quizá también tener liderazgo. Al partido lo vivo distinto a lo que soy afuera, que soy muy tranquilo. En la cancha me transformo, con los rivales, con el árbitro, con compañeros: lo vivo al 110 por ciento”, cuenta Neira, a quien le ha tocado ser capitán de varios equipos en inferiores.
La cuarentena lo encontró en Laborde, donde pudo retornar un par de días antes de que se dictara el aislamiento. Allí entrena y se prepara, mientras también agarra los libros y estudia.
“Yo vivo con mi mamá (Romina) y mis dos hermanas. Mis viejos están separados. Tuve una infancia normal, linda, me han dado lo que se pudo. Nunca me faltaba nada. Mi vieja limpia casas y mi papá ahora está desempleado, pero antes trabajaba en una distribuidora de lácteos. Siempre la remaron, más mi vieja”, recuerda.
Su papá, Gonzalo Neira, también fue jugador y tuvo la gran chance de fichar en
Talleres
, aunque las cosas del destino lo llevaron a volver a Laborde.
“Mi viejo jugaba muy bien y había quedado en Talleres. Eso me cuentan mi familia y conocidos. Pero justo mi mamá queda embarazada a los 16 años y mi viejo se volvió a Laborde. Después jugó siempre en Olimpo y algún club vecino de los pueblos, siempre por acá. Jugaba de enganche, era habilidoso, rápido. Yo le salí rústico y patadura”, se ríe Ezequiel.
Un pibe “estudioso”
Todos en Instituto resaltan de Ezequiel su compromiso y su educación. Tras terminar el secundario, eligió inscribirse en la
Universidad Nacional de Córdoba
, en la carrera de “
Licenciatura y Profesorado de Historia
”. Está cursando el segundo año, ahora de manera virtual.
“El año pasado arranqué licenciatura y profesora en Historia, en la UNC. Este año estoy en segundo año, ahora haciéndolo de manera virtual. La llevo bastante al día, no me cuesta estudiar. Siempre me gustó y me interesó la historia. Fui a conocer la carrera y cuando empecé a incursionar, cada vez me gustó más. Podés ser profesor en colegios secundarios, después se puede ser investigador o profesor universitario. Yo digo que lo mío no es algo extraordinario. Se puede estudiar. Con un poquito más de esfuerzo y que te guste, alcanza. De todas formas, siempre hablo con mis viejos que ahora el estudio puede esperar. El fútbol son estos años y después se pasa. Mientras se pueda hacer la carrera, la voy a ir haciendo. Pero la prioridad ahora la tiene el fútbol”, resalta.
La carrera lleva generalmente cuatro años y medio: son 24 materias. Igualmente, Neira le mete todas las fichas al fútbol y a la Gloria.
“Mi expectativa es permanecer en el plantel de Primera, formar parte, ganarme un lugar. Uno sueña en grande, pero hay que ir paso a paso. Ahora el objetivo es sostenerme en el primer equipo y dar batalla. Después se puede seguir avanzando y buscando otras cosas. Vamos por eso”, cierra Ezequiel Neira, el aguerrido zaguero central que quiere hacer historia en Instituto.