Ni el coronavirus va a detener al niño que solo quiere jugar y sueña con ser futbolista. Por eso, Benjamín Pattacini convierte al patio de su casa, en una cancha inverosímil. El garage, los muro de atrás, las redes de su casa y los árboles le dejan un rectángulo -casi- en el que hay más tierra que pasto. 

En esa superficie aprendió a jugar, pero también a entrenar. Porque al sueño de ser hay que acompañarlo con la entrega.

Así, dos hileras de palos colocados uno al lado del otro, le van a exigir que driblee como en los partidos que juega para Medea, cuando sueña con ser como Cristiano Ronaldo.

Más allá, hay una tercera fila que presenta unos caños al ras del suelo y en forma transversal. Ahí hará un zig zag que va a terminar en una colchoneta, en la que va a hacer flexiones de piernas y con las manos a la nuca. La rutina es un juego para “Benja”, porque antes que nada es un niño. 

Y solo va a parar hasta que sea tiempo de ir a dormir y de soñar con goles, taquitos y chilenas ante multitudes y en grandes estadios.

“Benja” tiene 9 años, pero representa a miles de niños y niñas que viven la pasión del juego y del esfuerzo que hay que imprimirle. 

Es fútbol. Lo vive ahora en tiempos del coronavirus. Como lo hizo de muy chiquito y como lo hará, en el futuro.

Es fútbol. Nada más ni nada menos.

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