“Y bueno, también estamos festejando que estamos en la Sudamericana, eh. A pesar de que nos hubiese gustado ir a la Libertadores y no nos dejaron terminar estos 10 partidos, pero estamos de nuevo en copas internacionales”.

Las palabras de Andrés Fassi se hicieron virales a través de la parte final de un video que iba dirigido a un allegado y no bajo el formato de una comunicación institucional. Sin embargo, esas expresiones están más relacionadas a una situación actual en la que, justamente, Talleres formalmente expresó su rechazo.

Talleres se opuso a un paquete de medidas de AFA porque justamente representó todo lo que el club albiazul no quería para el nuevo orden del fútbol: una Copa de Superliga que concluyó con una fecha de disputa, la eliminación de los descensos por lo que resta del año (si es que se juega) y el siguiente y el inicio de un camino que llevará el torneo de primera de 24 a un total de 28 equipos en 2023, además de la ausencia de la exigencia de los “libres deuda” para club.

Es más, se trata de un camino durísimo desde lo institucional ya que a su postura Talleres deberá mantenerla en soledad. Es que levantar la mano contra los entes organizadores fue un hecho formal que nadie más siguió. Apenas, desde lo verbal, fue Vélez quien se quejó porque la conclusión de la temporada lo deja fuera de la Copa Libertadores y lo mete en la Sudamericana, lo que significa entre otras cosas que pasará de cobrar 1,5 millón de dólares a 300 mil.

Sin embargo, y más allá de la visión sobre la posición institucional de Talleres ante lo que viene, el primer equipo volverá a la escena internacional desde 2021. O cuando la situación sanitaria lo permita. Es “la” noticia para el Mundo Talleres y sus habitantes. Ahora es cuando hay que mirar hacia atrás para saber en dónde estaba y para revisar qué falló a la hora de mantener la famosa “internacionalidad”.

Talleres partió desde el piso deportivo, como fue el Federal A en 2015. Literalmente. Había que hacer todo y, encima, con una visión inédita. Porque Andrés Fassi iba a ser quien formara los planteles y con su gente tendría que establecer las sociedades para que su Talleres despegara, ya que tenía la experiencia del Pachuca sobre sus espaldas, del que llegó a ser su propio entrenador. Porque los aciertos y los errores serían propios y de su gente.

Durante este lustro, las sociedades que más resultados le dieron fueron las que formó con Frank Darío Kudelka, quien fue DT y casi un vicepresidente; y con Pablo Guiñazú, con su capitán. Así, el primer equipo salió del Federal, ganó invicto en la B Nacional y volvió a Primera en 2016, de donde había faltado desde 2004. Luego llegaron los desafíos más importantes: mantener la categoría, lograr un estilo de juego identificatorio para que la gente tuviera otro incentivo aparte de la fidelidad hacia los colores.

Lo hizo, fue protagonista de a ratos porque el recurso humano no alcanzó siempre y fue internacional al jugar la Libertadores tras 17 años. Sin las sociedades mencionadas, Fassi también entendió que solo no podría y que los vacíos que dejaron Kudelka y Guiñazú, serían difíciles de llenar. Medina no fue FDK pero sí más que Juan Pablo Vojvoda; y entre Andrés Cubas y Guido Herrera, en la cancha, más Javier Gandolfi y Mauricio Caranta, en el vestuario, trataron de cubrir el “huecazo” que dejó el retiro del “Cholo”. Alcanzó para que Talleres vuelva a ser internacional, pero para mantenerse en la cancha y fuera de ella, Fassi y los suyos deberán emplearse a fondo.

En diálogo con Mundo D, Raúl Gámez, supo hablar de cómo fue jugar contra el sistema grondoniano y que Vélez no pagara en el intento.

“Fue duro, pero a Vélez lo salvaron los grandes equipos que formamos”, dijo. Para Talleres vendrán tiempos de pelea en los escritorios. Ahora, es el momento del festejo.

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