En el marco de una fecha significativa para los trabajadores, un reconocido especialista en sindicalismo y educación, fundador de SADOP y ex presidente del IPLAC, ofreció un análisis profundo sobre los desafíos que enfrenta el mundo del trabajo y el reacomodo del poder global. La conversación, desarrollada en Radio La Posta, puso de manifiesto las graves y profundas acechanzas al mundo del trabajo a nivel global, latinoamericano y particularmente en Argentina1.

Según el experto, la situación de los trabajadores ha declinado profundamente en varios países de Latinoamérica. A esto se suma una reducción del mundo formal del trabajo, con un incremento del empleo informal, menos registrado y más personalizado, lo que impacta negativamente en el sindicalismo tradicional.

El análisis trasciende lo meramente laboral para abordar las profundas transformaciones que provienen de la inteligencia artificial, la ciencia y la tecnología en general, creando un panorama complicado que exige redoblar la lucha. Se describió el momento actual como un “gran desorden mundial” que aparece en el horizonte tras la caída del orden establecido después de la Segunda Guerra Mundial, con la esperanza de alcanzar un nuevo orden que responda mejor a los intereses de los trabajadores.

A pesar de los desafíos, incluyendo la sucesión de gobiernos considerados antipopulares, se mantuvo un tono de optimismo. Se trazó un paralelo histórico con la década infame argentina antes del surgimiento de Perón, sugiriendo que del caos actual podrían surgir nuevas ideas y liderazgos revolucionarios, una visión compartida por otros analistas.

Un punto de apoyo para el optimismo es considerado el legado del Papa Francisco, calificado de extraordinario, especialmente su vuelco hacia los pobres, los desheredados y los más vulnerables. Se cree que esta postura “va a ser escuela en el mundo, no solamente en la iglesia”, y será muy difícil que cambie, significando un alejamiento del privilegio de pocos.

En el plano geopolítico, el especialista expresó una visión crítica sobre la calidad de la dirigencia política actual, lamentando la ausencia de visionarios. Consideró que la creencia en resolver los problemas de manera autoritaria, sin entender la interdependencia global y la necesidad de un equilibrio de poderes, es un gran error intelectual y estratégico. Se mencionó a figuras como Trump como expresión de la decadencia.

Se valoró positivamente el surgimiento de los BRICS como una “promesa interesante”, algo distinto que permite confrontar la “ideología del monopolio”. Lamentó que Argentina haya elegido alinearse con el “lugar del poder en declinación” en lugar del “lugar del poder en ascenso”.

El resurgimiento de China fue presentado como un factor clave del cambio mundial. Se destacó que China, que continentalmente casi no existía en 1945, es hoy uno de los países más grandes y con mayor desarrollo tecnológico del mundo. Este surgimiento cambia totalmente el panorama mundial y hace impensable que potencias tradicionales como Estados Unidos o Europa puedan equilibrar su poder sin colaboración mutua. Se contrastó la situación actual de Estados Unidos, el país más deudor del mundo y cuyo dólar ya no se respalda en oro como en 1945, con el aumento exponencial del número de países en la ONU, señalando un mundo más complejo que exige soluciones multilaterales.

Sobre los conflictos actuales, se calificó la situación en Gaza como “casi increíble”, un “genocidio”. La guerra en Ucrania fue vista como un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, en el que la dirigencia europea carece de conciencia sobre sus propias debilidades y fortalezas. Se sugirió que Estados Unidos se está beneficiando económicamente de esta guerra, mientras Europa, especialmente Alemania, se encuentra en declinación.

Europa misma fue descrita con una “historia muy pobre”, habiendo vivido tradicionalmente de sus colonias en África, Asia y América Latina, manteniendo el dominio económico incluso después de la partida física9. Se citó el ejemplo del Congo Belga como propiedad personal del rey Leopoldo, calificándolo de “barbaridad”.

Finalmente, se señaló la inesperada cercanía entre Rusia y China, liderada por estadistas que saben lo que le conviene a sus países, a quienes, junto al Papa Francisco, se considera de los pocos estadistas en el mundo. A pesar de la complejidad del momento, que podría definirse mediante guerras parciales o conflictos ruinosos, se enfatizó la necesidad de mantener el optimismo, recordando que “los pueblos tristes no nunca progresan” y recuperando frases históricas sobre la memoria y la transformación.