Primo la cordura, sin dudas; tardó un poco pero bienvenida sea. La verdad es que desde conocí las primeras noticias sobre el coronavirus, cuando en China era increíble el crecimiento día a día y en Italia empezaban los casos y ya se hablaba de un crecimiento exponencial, estuve convencido que a los Juegos Olímpicos había que suspenderlos porque no tenía sentido seguir manteniendo en pie semejante fiesta. El Juego Olímpico es la fiesta que cierra la Olímpiada.
Por aquel entonces estaba claro que algunos países como China no iban a poder concurrir; los Preolimpicos se iban suspendiendo, algunos atletas iban a poder entrenarse normalmente y otros no (Con la lógica desilguadad que esto iba a generar) y apareció Dick Pound, el miembro más antiguo del COI (y uno de los más razonables), que respira olimpismo, sabe de qué se trata y no va solamente detrás del negocio como otros dirigentes, y dijo: “me parece que tendremos que buscar un nuevo escenario, ver si se postergan”. Fue mal visto por todos y recibió críticas infundadas. Tenía razón, en ese momento ya había que suspender.
Yo creo que detrás de todo esto, la duda de Thomas Bach, presidente del COI, era que no quería ser él el quien anunciara la cancelación o postergación de los Juegos. ¿Por qué? porque desde 1896 para acá, salvo por las guerras nunca se suspedió o se aplazó un Juego Olímpico. No quería quedar en la historia como quien anunciara esto, por eso todas las maniobras para que fueran algunos países a través de sus comités olímpicos los que fueran pidiendo la suspensión.
La jugada final fue la salida del Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe, pidiendo al Comite Olímpico Internacional la suspensión de los Juegos. Al tema politico (Bach se juega su reelección al frente del COI el año próximo), se le sumaba el económico y Abe aparece “como garante” de toda esta historia.
¿Conclusión? No se pensó en el deportista, lamentablemente. Los deportistas fueron los más cuerdos en esta historia, cuando salieron a gritar desesperademente desde diferentes rincones del mundo que era lógico aplazar la historia. El COI actuó lento, finalmente no le quedó más remedio que decir que había que aplazar los Juegos, pero no lo hizo cuidando al deportista. Lo hizo por política y por la cuestión económica, porque a toda costa quería seguir con el negocio
Una mancha para el olimpismo esta decisión, que al final más o menos lograron arreglarla con la suspensión a tiempo.
(*) Periodista especializado en Juegos Olímpicos, cubrió todas las citas desde Seúl ’88