Durante 28 años el cordobés Juan Pablo González se dedicó al arbitraje. Fue el encargado de dirigir uno de los últimos partidos entre Talleres e Instituto pero muchos lo recuerdan también por “el gol fantasma” que le convalidó a Racing en un clásico con Juniors.
“Esa es una de las perdidas. Tengo algunas ganadas, pero esa es una de las perdidas”, recuerda el referí al hablar sobre ese gol de Cristian Carnero que le dio el triunfo a la Academia en Nueva Italia en 2003.
“Fue la única vez en mi carrera que pedí disculpas públicas. Y eso que cometí miles de errores. Pero siempre actuando de buena fe. Fue un error grosero, pero ni siquiera tenía un hueco la red ese día”, le contó vía a Whatsapp a Mundo D.
Juan Pablo tiene 48 años, comenzó a arbitrar a los 17 y colgó el silbato a los 46. Difícilmente alguno lo recuerde, pero fue uno de los jueces de línea en aquel famoso amistoso en cancha de Juniors en el cual se rompió la buena relación que existía entre las hinchadas de Belgrano e Instituto.
También arbitró clásicos en San Juan, Mendoza y Río Cuarto. Y estuvo en distintos torneos de verano en Córdoba.
Entre sus anécdotas inolvidables, contó: “Me comí varias piñas en más de un partido. Incluso en otro me mordió un perro de la policía en Villa María, tengo una cicatriz que llevaré de por vida. Y me tiraron otra vez un ladrillazo en Santiago del Estero un hincha de Andino de La Rioja”.
En una entrevista concedida a Cronometro Cero, González dio algunos detalles sobre las complejidades de su profesión: “En tantos años he vivido y visto tantas cosas, no es nada fácil, le quita horas a la familia, no hay fin de semana, ni cumpleaños entre dirigir y viajar. Si no están preparados se sufre, por eso muchos dejan, porque se extraña. Lo que yo sabía decirles a los jóvenes que entraban a la asociación era que no importa si es lunes, martes jueves o viernes, lleven a sus novias a cenar. Trátenla como reina cualquier día de la semana, que ella no esté esperando el finde porque no estarán nunca, pero que sepa que es especial para ustedes”.
Además, el fundador de Cafucc (Cooperativa de trabajo de árbitros de fútbol de Córdoba Capital) habló sobre su otra pasión: el tango. “Hace 10 años empecé con esto y me gustó. Hoy es mi pasión y me ayudó a ir dejando el arbitraje sin extrañar tanto. Es tan lindo, es la oportunidad de juntar todos los sentimientos, esos que te recorren el alma y poder bailar abrazados y conectados con otra persona. Cuesta al principio lograr ese placer supremo, pero cuando llega no te deja más. Es como descubrir una fuente de energía inagotable”.