El coronavirus arrojó a la economía de Estados Unidos a una peligrosa espiral descendente, y las esperanzas de reelección del presidente Donald Trump ya se encuentran atrapadas en el repentino torbellino.

Durante los próximos siete meses, Trump podría estar haciendo campaña en un país perseguido por el miedo a la pérdida de empleo, la bancarrota y la enfermedad. Esto requerirá un pivote notable para el presidente, que aplaudió el alza del mercado de valores y la fortaleza de la economía como el predicado central para un segundo mandato.

Muchos economistas dicen que el estímulo federal esperado no evitará una recesión. Los legisladores presentaron un plan de emergencia por 1,4 billones de dólares y dijeron que, junto con otras medidas de la Reserva Federal, el rescate financiero podría inyectar dos billones de dólares a la economía estadounidense.

La economía y la política han chocado de una manera tan profunda que nadie sabe cómo se desarrollarán las elecciones en noviembre. El destino de Trump puede depender de cuánto dure la recesión y si los estadounidenses consideran que es un impacto externo causado por la naturaleza o el resultado de negligencia o incompetencia del gobierno.

Las acciones ya han colapsado. Las empresas y las escuelas están cerrando para tratar de contener el avance del virus. Las solicitudes del seguro por desempleo sugieren que los despidos semanales pronto podrían eclipsar lo peor de la crisis económica previa

“La situación no es buena, eso es diferente de decir que el presidente es responsable de ello’’, dijo Patrick Ruffini, un estratega republicano. “Es mucho más fácil explicar una recesión profunda como un acto de Dios’’.

Sin embargo, los votantes podrían no sentirse tan indulgentes. La administración ha minimizado repetidamente los riesgos económicos y de salud del coronavirus. Hace solo un mes, el principal economista de la Casa Blanca sugirió en una reunión con periodistas que la pandemia perjudicaría poco el crecimiento.

Donald Trump en la Casa Blanca. (Imagen Ilustrativa)