Cuando regrese la actividad presencial a Tribunales 2, todos extrañarán la alegría y el gesto cariñoso de Miguel Domingo Martínez, ese abogado penalista que todos identifican como “el Gallego”, pero también por su simpatía, amabilidad y trato amistoso.

“El Gallego” Martínez falleció este martes en el Sanatorio Allende donde lo asistían de una afección tumoral en un riñón. Su deceso en medio de la cuarentena no ha sido obstáculo para que horas después de la noticia comenzaran a recogerse numerosas muestras de pesar.

Martínez era un prestigioso penalista del medio local y en los últimos años se había destacado por su exitosa participación en dos causas relacionadas con el derecho ambiental y la lucha de particulares por la temática ecológica.

Junto al médico Medardo Ávila Vázquez, fueron querellantes en la caso por contaminación con agroquímicos en barrio Ituzaingó Anexo (y sectores aledaños) en el cual se logró la primera condena en América Latina a responsables de ese flagelo. Ese proceso esperaba ahora el segundo juicio, por la “Causa Madre”, en la que se analizaban más casos de damnificados por las fumigaciones con agrotóxicos en zonas urbanas.

La lucha de la vecina Sofía Gatica (Premio Medioambiental Goldman) y el colectivo “Madres de barrio Ituzaingó” encontró correlato legal y llegada judicial gracias al esfuerzo del “Gallego” Martínez y a la instrucción del fiscal Carlos Matheu. 

El nombre de Martínez también quedará ligado a otra lucha de vecinos, los de la zona de Candonga que bregaron y bregan contra la radicación de un country de montaña ubicado en zona restringida por las leyes ambientales. Con su colega Juan Smith lograron que se detengan las construcciones, mientras sigue el litigio y la lucha de pobladores que buscan preservar una zona que es reserva ambiental y fuente de agua para una amplia cuenca hídrica. 

Su va uno de los más queridos y conocidos en Tribunales 2. Costará no hallar en Pasos Perdidos de barrio Observatorio su icónica figura, con su largo sobretodo y el pintoresco sombrero que, por necesidad, usaba en los últimos años. Visitante asiduo de la Sala de Periodistas, era un embajador del humor, con sus chistes y bromas a flor de labios.

Amante y cultor de la música, el deporte y la política, era muy querido por ser amigo de los amigos y amigo de la vida. Su honestidad y capacidad profesional se extrañará en pasillos, fiscalías, juzgados y cámaras. 

(LaVoz/Archivo).