Julio Chiarini jugó partidos de Copa Libertadores para River. También atajó en encuentros claves de Instituto ante equipos como Independiente, Rosario Central o ante el mismísimo “Millonario”. También ganó un clásico inolvidable ante Talleres. Pero al momento de elegir el partido que más lo marcó en su carrera se quedó con un triunfo por 1 a 0 ante Independiente Rivadavia de Mendoza en Alta Córdoba.
Aquel 18 de junio de 2011 la Gloria ya no jugaba por nada. El equipo que había conformado Claudio Vivas ya no contaba con chances de ascender y tenía como entrenadores a una dupla interina. Por eso Ramón Álvarez y Alberto Beltrán les otorgaron la chance a varios suplentes. Y también le dieron la “9” a Diego Fernando Klimowicz, que esa tarde se retiró del fútbol tras una brillante carrera.
“Yo era suplente de Jorge Carranza. Era la última fecha y me pusieron de titular. Si no atajaba bien ese partido me iban a dejar libre. Nadie me lo dijo pero yo era consciente de eso. Y tuve la suerte de rendir bien esa tarde. Ahí me renovaron el contrato y vino al poco tiempo Darío Franco y me puso de titular. Fue el partido bisagra mío. Porque si yo me iba de Instituto sin jugar muchos partidos por ahí tenía que volver al Argentino A. Ese partido me dio la posibilidad de que pegue el salto”, recordó Chiarini en diálogo con Mundo D. Aquel sábado Instituto ganó por 1 a 0 con gol de Marcelo Bergese en el primer tiempo. A poco del final Julio sacó una pelota muy difícil que hubiera significado el empate para Independiente.
“Fue un atajadón a Sebastián Sciorilli. Tiran el centro atrás y la define al segundo palo y la sacó. Fue clave esa jugada”, precisó el exfutbolista.
Y luego dio más detalles sobre por qué ese partido fue “el día D” en su carrera: “Vos pensá que yo venía siendo suplente, había jugado muy poquito. Y este partido era la última fecha del torneo. Como Instituto ya no jugaba por nada nos dieron la chance a varios que no éramos titulares. Como ´el Loco´ Carranza se iba del club, me pusieron a prueba. Sabía que si andaba bien me renovaban y sino tenía que buscarme club. Era un paso atrás en mi carrera. Y después empecé a atajar con Franco desde el primer partido”.
Tan importante resultó ese cotejo para Chiarini que el propio arquero explica por qué lo pone por encima de cualquier otro partido: “El tema es que yo cuando jugué contra River, ya estaba afianzado. Lo mismo cuando jugaba para ellos en los partidos internacionales. A esa altura yo ya me había hecho un nombre. En cambio esa tarde ante los mendocinos estaba al medio entre que bajaba de nuevo o pegaba el salto. Y ese encuentro me ayudó a pegarlo. Por eso fue inolvidable para mí, aunque el resto no lo sepa”.
A diferencia de lo que ocurre con muchos otros deportistas, que tardan en tomar dimensión de los logros que van consiguiendo, a Julio “le cayó la ficha” al toque. “Yo apenas terminó el partido entendí lo importante que había sido para mí. Ese mismo día yo ya sabía internamente que me iban a renovar el contrato. Hice un partidazo y ganamos. Venía DT nuevo, y dejar esa imagen era clave. Sabía que iba a ser tenido en cuenta de otra manera”, destacó luego desde Villa María, donde lleva a cabo la cuarentena. “A veces me voy para Oliva y apenas pueda me gustaría volver a Córdoba”, agregó el ex River.
Con 38 años, recuerda con nostalgia sus días de gloria y asegura que ha vuelto a entrenarse y que está físicamente impecable: “Capaz juegue algún torneíto con amigos cuando pase la pandemia. Quiero jugar unos partidos más y disfrutarlos. Yo nunca tuve lesiones graves, así que tengo nomás las dolencias y molestias propias que un arquero sufre por taños años de tirarse al piso. Pero me volvieron esas ganas de volver a entrar a una cancha”.