Un local de ropa avisa a sus empleadas que no va a pagar los 11 días de marzo en cuarentena. Una hamburguesería despide a sus 21 eventuales. La empleada doméstica de la kinesióloga no sabe si va a cobrar, porque su empleadora come cuando trabaja y está sin trabajar. Una cadena de cervecería artesanal, con tres grandes locales, perderá cinco millones de pesos, entre alquileres, mercadería echada a perder y salarios.
A una pyme textil la llamaron el viernes del banco para decirle que tiene tres cheques por cubrir, pero ellos están cerrados sin facturar. Una inmobiliaria con varias sucursales tiene la plata para el mes, pero en una caja de seguridad. A un fabricante de plásticos dos clientes lo llamaron para implorarle que no deposite los cheques: era con lo que él contaba para pagar los sueldos.
A los trabajadores de una de las grandes automotrices de Córdoba ya les avisaron que el sueldo de los próximos meses no se pagará completo. Una empresa pidió al banco la línea del 24%, se la depositaron a la tarde: a la noche Afip debitó y se la comió íntegra.
Desde el viernes 20, la economía se paralizó, de buenas a primeras. Hoy trabajan los sectores esenciales, que representan alrededor del 30 por ciento de la actividad. Tampoco es que ahí el movimiento es pleno, con excepción de la salud. La venta de combustibles, por caso, bajó casi 90 por ciento, los súper tienen la mitad de movimiento que esperaban y el transporte, por ejemplo, circula con coches casi vacíos en la calle.
Todos dan por hecho que esta cuarentena exhaustiva, de 12 días, irá más allá. ¿Pero cuánto? ¿Cuánto aguanta la economía antes de un quiebre masivo de empresas, de asalariados sin salario, de profesionales con cero peso para comer, de comercios cerrados que no pagarán sueldos, impuestos ni alquiler? ¿Hasta cuánto rinden los 10 mil pesos y los refuerzos de la AUH en las barriadas donde sólo se vive de changas? ¿Qué hacen el jardinero, el pintor, el limpiavidrios en una ciudad vacía y con la gente encerrada? ¿Cuánto aguanta el aislamiento vigilado hasta que se complique la paz social?
Economía y salud, ¿incompatibles?
El presidente Alberto Fernández al anunciar la cuarentena lo dijo sin vueltas: “Entre la economía y la salud, elijo la salud”. Eso fue válido y tuvo amplio consenso social. Pero a 10 días de entonces y sin certezas sobre hasta cuándo dura esto, la desesperación corre entre quienes tienen que pagar y los que tienen que salir a trabajar para comer.
Por eso es que se abrió el debate: están los que dicen que nada de lo de arriba importa si no hay salud y que hay que seguir con el encierro, dure lo que dure. Están los que se resisten, a lo Bolsonaro, y dicen que no hay que parar. Pero en la última semana, varias voces locales e internacionales advierten que es posible que el parate total de la economía, a la larga, puede terminar siendo peor que la enfermedad. El economista Thomas Friedman lo planteó el domingo pasado en The New York Times, cuando se preguntó si no es más peligroso dejar a millones de personas sin trabajo al cerrar durante meses todo sin evaluar el perfil de riesgo de los trabajadores. Hay consenso en que el cierre total durante 14 días, que es el período de incubación del virus, es recomendable. ¿Pero más? ¿Cuánto más? El propio Friedman dice que después de los 14 días de “interdicción horizontal”, es decir, donde el Estado prohíbe todo menos lo esencial, hay que ir a una “interdicción vertical”, habilitando actividades con selección quirúrgica y preservando siempre a los grupos de riesgo.
“No me opongo a la cuarentena, es un dato de la biología, no de la economía ni de la política. Pero se puede seguir sin dinamitar la actividad, porque hoy se rompió todo”, dice el economista Gustavo Lazzari. Y lo dice con la experiencia de la calle, porque gerencia el frigorífico Cárdenas. Asegura que el 75 por ciento de los cheques fue rechazado desde el miércoles, cuando se reabrió el clearing. “No puedo creer que hayan hecho un error no forzado tan abismal, los supermercados tenían el problema y se lo abrieron, pero rompieron la única relación comercial que importa, que es la del proveedor con su cliente”, agrega.
Si bien los bancos “avisan” que no aplicarán multas ni penalidades por el rechazo, es sabido que luego achican las líneas de crédito disponibles.
Las líneas de crédito al 24 por ciento que han aparecido tienen serias limitaciones: la primera es que son para sectores críticos, no todos. La segunda, es que requieren cierta “carpeta”, es decir, una calificación previa de parte del banco. Hoy, apenas el 15 por ciento de las empresas están calificadas y no lo están según la necesidad de su capital de trabajo, que es lo que hoy necesitan. Es más, lo necesitan para cubrir el capital pasado, por lo que emitieron, y el presente, para al menos pagar sueldos. “No hay sectores críticos o no críticos, carpetas sucias o limpias, el problema es que no se puede vender porque está prohibida la venta”, subraya Lazzari. “Una empresa que no puede pagar la quincena porque le chupan la plata los bancos no aguanta dos semanas”, dice.
En la misma línea, el economista Diego Giacomini sostiene: “Estamos jugando con fuego, sin economía no hay salud. El ser humano necesita de bienes y servicios, no comemos pasto, y sin producción nos comemos los stocks y puede haber situaciones más violentas”. Aunque sin animarse a precisar, cree que la situación no puede ir más allá de fines de abril.
“Si siguen tratando así a la economía, esto aguanta hasta el martes”, dice con dureza el economista Jorge Ingaramo. “Hay que emitir y sin asco, les tienen que mandar la guita a las empresas; de cada 100 que emitís, el 25 por ciento viene de vuelta porque son impuestos”, agrega. Calcula que para garantizarles a todos un ingreso durante la cuarentena la base monetaria debería expandirse nueve por ciento. “Si vienen emitiendo al tres por ciento mensual no veo cuál es el problema”, agrega.
“Depende del tipo de negocio y de la espalda que tengas, pero si sigue todo cerrado no se soporta más que abril y generando una deuda impresionante”, dice Gabriel Raed, socio del estudio Castillo y Asociados, que conoce bien el mundo empresario por dentro. Recomienda, en este contexto, enfocarse en las medidas que están anunciadas: Repros (que son automáticos para las de hasta 25 empleados), negociar con los proveedores y usar la exención de cargas y contribuciones. Con un procedimiento preventivo de crisis se pueden renegociar contratos de alquiler y salarios. “Se van a presentar muchas empresas, sin dudas”, dice.
“Hay que hacer una cuarentena más selectiva, analizar todo y ver las actividades que pueden salir a la vida pública y las que no, y flexibilizarlas en la medida de lo posible”, recomienda el economista Manuel Solanet.
Para que se cumpla la cuarentena hay que garantizar dos cosas: abastecimiento y plata para llenar la heladera y pagar los servicios que el Estado no eximió del corte. “Por eso la propuesta que hicimos con Fausto Spotorno: 30 mil pesos a cada uno y nos quedamos a fideos y arroz”, dice Lazzari. De Anses, de emisión directa, de los bancos o un mix de todo.
El problema es que ese ingreso para todos hoy no está garantizado. “Tiene que aparecer la plata de los sueldos, garantizar este salario es muy importante”, insiste Ingaramo. Marzo es atípico porque para buena parte de la economía el parate no fue total. Abril es la gran incógnita.
Piden diferir 90 días los derechos de exportación
Cambios en las condiciones de las ventas al exterior.
Fecacera, la federación de cámaras de comercio exterior, pidió al Gobierno nacional “el diferimiento del pago de los derechos de exportación por un plazo de 90 días y/o hasta la fecha de ingreso de divisas, lo que permitiría a muchas empresas exportadoras poder seguir adelante con sus proyectos sin ser inhabilitados por la Aduana”. Argumentó la interrupción de la cadena de pagos por rechazos de mercaderías debido a la caída de demanda, pedidos de renegociación de precios y otras situaciones inesperadas, indicó la entidad que preside Miguel Zonnaras.