Este sábado y domingo, en el aeródromo de Santa María de Punilla y desde las 13, se realizará la vigésima edición de Cosquín Rock con promesa de entretenimiento a gran escala. La idea, claro, es estar a tono con la efeméride redonda.

“Este es el festival más grande de Latinoamérica, ya no tengo dudas”, le dice a VOS José Palazzo, organizador y miembro fundador, como para refrendar lo expuesto arriba.

“He estado en festivales como Glastonbury y Roskilde, y salvo las particularidades artísticas y el poder adquisitivo del público, hay poco para envidiar a estas alturas”, añade Palazzo mientras releva el armado final en el mismo predio del encuentro. 

Un encuentro que ha expandido su superficie de desplazamiento, sumado escenarios y refinado su oferta gastronómica, entre otros aspectos impensados cuando comenzó en la plaza Próspero Molina de Cosquín, en los inicios del crítico 2001, en los estertores de la convertibilidad.

Cosquín Rock también se ha adecuado a la nueva vibración central de la música joven (el programa privilegia a los nuevos héroes del trap) y, por absolutamente todas las cosas, ha decidido cumplir con la ley de cupo femenino en festivales. 

Este último punto es clave, por cuanto habla de la deconstrucción de un productor que, al cierre de la edición pasada, había hecho declaraciones confusas sobre la disponibilidad del “talento femenino”. 

Para Cosquín Rock 2020 ha vuelto sobre sus pasos y ha decidido programar a Mon Laferte, Nathy Peluso, Hilda Lizarazu, Julieta Rada, Fly Fly Caroline, Pink Wasted, Siva y a The Ginger Hearts, entre otras. 

Pero él le pone fichas a Daniela Doffo. “La conocí por el (fallecido guitarrista) Negro García López y me parece muy buena, me llega mucho”, confiesa Palazzo luego de un intercambio sobre cómo reaccionar ante el curso cambiante del devenir sociocultural. 

El recorrido junto al productor por el predio que contiene a su criatura se desarrolla zigzagueante, mientras las motos pasan a mil, los handies inundan el ambiente con sus frituras y operarios montan estructuras sobre un espacio cada vez menos propenso a ser  abarcado por un simple golpe de vista. 

“Es que hemos ensanchado todo, al punto que la calle lateral ahora se ha convertido en un corredor sanitario que nos conduce directamente al hospital Domingo Funes. Ese camino lo trazamos junto a la Municipalidad de Santa María de Punilla”, detalla en un diálogo-monólogo que siempre lo muestra embalado para destacar muchos puntos (mínimos y máximos) que revelan el crecimiento incontenible de Cosquín Rock.

“Mirá, esos leds son para los sponsors. No habrá más telas ni láminas vinílicas para los sponsors”. 

“Mirá, el sistema billetera fan te permitirá pedir tu comida sin hacer colas”.

“Mirá, esas son carpas beduinas que el ‘Chueco’ Oliva (su socio en En Vivo Producciones) les compró a unos franceses que conoció en el Dakar. Allí te podés recostar a descansar o a comer”. 

“Mirá, a estos bosquecitos los vamos a tunear con lucecitas y efectos psicodélicos en camino para el escenario electrónico. No hace falta entrada diferencial para venir acá, eh”.

“Mirá, este puente conecta al escenario con los camiones que descargan”.

“Mirá, esa estructura circular la pidió Babasónicos, porque en  Cosquín Rock reproducirán la puesta de su último Luna Park”.

Los aspectos exaltados por Palazzo paso a paso se corresponden con señalética bien dispuesta y diseñada con gusto. “Dale, hagamos una foto en La Casita del Blues. Este espacio lo armo con Mariano Cardone. Esto es lo mío en el festival y este año tiene una programación alucinante”, sigue Palazzo. 

–¿Cuál es el costo del festival, José?–150 millones de pesos… Tené en cuenta que tenemos a 3 mil personas laburando durante casi una semana y en los días previos se suman los que trabajan con las más de 150 bandas programadas. Puedo controlar todo hasta cierto punto. Controlo todo, menos la economía y el clima. 

–A propósito, ¿llueve?–¿Sabías que tenemos un departamento de Meteorología? Son muy buenos, ¡¡¡pero no paran de decirme la verdad!!! Yo siempre los jodo que me digan “probabilidad de chaparrones” en lugar de “lluvias intensas”. 

–Chau, llueve…-No, el sábado habrá uno que otro chaparrón y el domingo vamos a andar bien, que es lo mismo que decir “con los huevos en la garganta” (risas).

Gran Hermano

Entre los datos que tira Palazzo durante el recorrido incluye el de 20 camarines por escenario, mapas extendidos en los tráilers de producción… Por allí, precisamente, hay un sector Gran Hermano con pantallas que reproducen lo que toman las cámaras dispuestas en los accesos y en el predio. 

Todas cuestiones tendientes a darle sustento a la primera consideración de Palazzo: que estamos en la antesala del festival de música más grande de Latinoamérica. 

 

Como sea, a todo hay que sumarle un nombre propio clave. Es el de Hernán Nupieri, un sonidista que, muchos meses antes, hizo un estudio minucioso del alcance de cada columna para que no se superpongan las músicas de los escenarios: Norte, Sur, Urbano, BNP, Córdoba Rockea, Acústico, Pop Art XXI, la ya citada Casita del Blues…

Cosquín Rock tiene una llamada entrante y es la de la historia. Para atestiguarla de primera mano, recomiendan ir temprano.

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José Palazzo en medio del predio del festival (fotos: Nicolás Bravo).
Cosquín Rock. (Nicolás Bravo).
Cosquín Rock. (Nicolás Bravo).
Cosquín Rock. (Nicolás Bravo).
Cosquín Rock. (Nicolás Bravo).
Cosquín Rock. (Nicolás Bravo).
Cosquín Rock. (Nicolás Bravo).