Las obras privadas en la ciudad de Córdoba salieron de la cuarentena a fines de mayo y muchas empresas constructoras esperaban que fueran las que traccionaran la recuperación.

Pero el ritmo está acotado a lo que permiten los protocolos sanitarios para prevenir contagios de coronavirus.

“La obra pública está parada y sin posibilidades de reactivación. Teníamos la esperanza de que la obra privada fuera el motor de recuperación, pero lo cierto es que no está cubriendo la expectativa”, dice Luis Lumello, presidente de la Delegación Córdoba de la Cámara Argentina de la Construcción.

A diferencia de los trabajos públicos, que mueven mucho volumen de cemento y de algunos otros insumos, la construcción de viviendas tiene un alto impacto en toda la cadena de valor, tanto en el empleo como en el resto de la provisión de materiales.

“A esta altura, pensábamos que se podían estar movilizando dos mil puestos de trabajo, y apenas se logró recuperar 400 empleos”, agrega Lumello.

Obligaciones del protocolo

La construcción privada, en su mayor volumen, está movilizada por el sector desarrollista, que incluye desde empresas que construyen hasta compañías que sólo hacen la venta de viviendas y tercerizan trabajos en otras constructoras.

Pablo Balián, presidente de la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba (Ceduc), advierte que la recuperación viene a un ritmo lento, pero que era totalmente previsible por lo que implican los protocolos de seguridad.

“La recuperación de la construcción viene lenta, pero es el ritmo que impone la pandemia. Actualmente, la obras privadas no pueden contar más que con el 30 por ciento del personal que tienen en tiempos normales”, explica.

Como ejemplo, cuenta que si antes de la pandemia el desarrollo de un edificio necesitaba del trabajo de 300 personas, cuando retomaron las obras, las autoridades sanitarias sólo habilitaron a trabajar primero a 30 obreros y luego, ir sumando por etapas. 

El objetivo de esto es asegurar que los constructores internalicen los nuevos protocolos de seguridad sanitaria, como el uso de tapabocas, el distanciamiento a la hora de trabajar o la separación al momento del almuerzo.

“Esto ya lo sabíamos. Era lo que estaba convenido, aumentar gradualmente la cantidad de personal, para que ninguna empresa se lleve la sorpresa de tener algún caso de contagio y que después genere otro parate en las obras”, agrega Balián.

Según el ejecutivo desarrollista, la “novedad positiva” que se registró esta semana fue que aquellas empresas que al inicio fueron autorizadas a tener 30 personas, recibieron la aprobación para sumar otro grupo de la misma cantidad de trabajadores.

“La idea es que las 30 personas que ingresaron primero entren en una fase de seguimiento en la aplicación de los protocolos y así poder concentrarse en la capacitación de 30 nuevos”, explica.

De todas maneras, esta no es la realidad de todas las obras privadas, sino de aquellas que se realizan en ámbitos cerrados y con poco espacio, como es el caso de un edificio.

Según el presidente de la Ceduc, en formatos como los housing, que se realizan en espacios abiertos, trabaja casi la totalidad de los obreros que habitualmente se requieren.

Demanda contenida

De todas maneras, el ritmo de la construcción privada sigue a la demanda, que por ahora está reducida al público inversor.

La mayor parte de las consultas proviene de compradores con dólares en mano y que, en este contexto, pueden conseguir buenos precios. 

Buena parte de las desarrollistas venden al costo de reposición (costo de construir en pesos más el costo de la tierra en dólares), al que suman su margen empresario. Estos valores crecieron por debajo de lo que lo ha hecho el dólar en el mercado informal.

“No es lo que el sector prefiere. Nos gustaría más vender al consumidor final”, resalta Balián.

Consultado sobre el plan del Gobierno nacional para recuperar el programa Procrear, considera que si está orientado a la persona física, el impacto se va a notar en el sector informal y no en la industria formal de la construcción.

Menos empresas 

1.769 

Según el último informe de coyuntura del Ieric, en abril había 1.769 empresas constructoras en Córdoba, 2,4 por ciento menos que en igual mes de 2019.

-33,7%

En empleo, el último dato disponible, correspondiente a marzo, registró en la provincia a 20.713 trabajadores, 33,7 por ciento menos que en el tercer mes de 2019.

Exigencias. Los protocolos por el coronavirus obligan a las empresas a tener menos personal en las obras y, por lo tanto, a ir a un ritmo más lento. (La Voz/Archivo)