El Impuesto a las Ganancias para los individuos se asemeja cada vez menos a un gravamen “para los que más ganan” y cada vez más a un “impuesto para todos quienes trabajan”. 

Esto se puede ver cuando se analiza el ingreso mínimo a partir del cual un empleado en relación de dependencia paga el tributo. En la última década, el piso para empezar a pagar bajó un 33 por ciento. En 2020, es de 55.261 pesos promedio mensual, mientras que, a valores de hoy (al sacar el efecto de la inflación), en marzo de 2010 era de 82.415 pesos.

Incidencia

Para tener una referencia de la “masificación” del impuesto, se puede comparar el piso de tributación con el sueldo promedio de la economía. Ahora está sólo un ocho por ciento por encima de los 51.210 pesos de remuneración neta promedio de los trabajadores privados formales (marzo último). La evolución salarial del resto del año dependerá de la pandemia y de otras circunstancias, pero, si sube, ese porcentaje será menor, ya que los montos de Ganancias rigen para todo 2020. 

En cambio, el piso de 2010 era un 62 por ciento superior al mismo salario neto de marzo de ese año (en términos reales, las remuneraciones no son muy diferentes, ya que eran 50.806 pesos en ese momento). 

Tributo y pobreza

Lo que esto genera es que los trabajadores sean contribuyentes de Ganancias aun con situaciones de ingreso bastante precarias. Los 55.261 pesos del piso actual están apenas un 25 por ciento por encima de los 43.080 pesos de la canasta básica total que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) para que una familia de cuatro personas no sea considerada pobre. 

En el caso de los autónomos, la situación es incluso peor, ya que tienen que empezar a pagar el impuesto con un ingreso neto de 30.965 pesos, por debajo de la línea de pobreza para este grupo familiar. Los trabajadores independientes habían tenido una leve mejora en 2017 y en 2018, cuando se duplicó la deducción especial, pero estos últimos dos años se volvió a la desigualdad frente a los empleados en relación de dependencia.

Distorsiones y deterioro

Este proceso comenzó en 2002, luego de la salida de la convertibilidad, y se fue agravando porque la suba inflacionaria dejó desactualizados todos los parámetros con los cuales se calcula el Impuesto a las Ganancias.

Hasta 2016, todos los ajustes en las deducciones generales y la tabla de alícuotas fueros decididos por decretos del Gobierno y por resoluciones del fisco. Hubo años en los cuales, pese a la inflación, no hubo ninguna actualización y períodos con criterios sin sentido (como tomar el sueldo hasta agosto de 2013 para las deducciones hasta 2015).

Desde 2017, con el cambio de la ley, rige una actualización automática de los parámetros en función de la inflación. El problema es que, al ser un impuesto anual, ese ajuste queda totalmente desactualizado cuando los precios se disparan, como ha sucedido en los últimos dos años. Así, la situación volvió a complicar a los trabajadores. 

En agosto del año pasado, para paliar ese deterioro, hubo una suba del 20 por ciento en algunas deducciones y eso alivió la carga del impuesto sobre los asalariados. 

Pero la sorpresa vino en 2020, cuando, por un lado, la actualización automática prevista en la ley se aplicó sobre el valor de principios de 2019. Esto implicó, en la práctica, que el piso sólo ajustó un 20 por ciento nominal este año (pasó de $ 45.962 a $ 55.261), pero es 13 más bajo en términos reales.  

Liquidación anual

A esto se suma que el resto de las deducciones de 2019 (para los autónomos) y topes (alquileres, servicio doméstico, por ejemplo) siguieron con los valores originales. Con el sueldo de junio (y hasta el 3 de julio), los empleadores deben realizar la liquidación anual de Ganancias de sus trabajadores y devolver o retener saldos a favor o en contra.

Si hubieran calculado las retenciones del año pasado con los otros parámetros, esto podría generar más pago del impuesto de algunos asalariados con alquileres o con servicio doméstico. 

Falta de progresividad

Otro efecto de la falta de las distorsiones acumuladas por la falta de actualización de parámetros (sobre todo, la tabla de alícuotas) es la pérdida de progresividad del tributo, una característica que debería tener este impuesto.

Según una estimación del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), mientras que para un trabajador que hoy gana 110 mil pesos la carga tributaria de Ganancias aumentó 368 por ciento entre 2009 y 2019, quien percibe 315 mil pesos tuvo un incremento de sólo 30 por ciento. En ambos casos, se considera el mismo sueldo en términos reales. En años anteriores, salarios inferiores a los mencionados ni siquiera estaban alcanzados por el impuesto. 

Ingreso-neto-minimo-mensual-para-tributar-Ganancias_1593197067.jpg
IMPACTO. Cada vez es mayor la cantidad de empleados en relacion de dependencia que pagan Impuesto a las Ganancias. (La Voz/Archivo)