De 15 mil a 20 mil prendas y accesorios mensuales vendía antes de la “era pandemia” Rockabruja, una textil cordobesa con 11 locales propios, 13 franquicias y una red de 120 clientes mayoristas en todo el país. 

En ese conjunto de canales, comercializa no sólo su marca propia (Coolhaas, nacida en 1999), sino también 24 etiquetas nacionales e internacionales de indumentaria e insumos para la práctica de deportes extremos y tiempo libre, con tendencia.  

Rip Curl, Vans, Levis, Quiksilver, Adidas, New Balance, DC y Jansport son parte de la propuesta de los negocios que bajaron persianas al inicio de la cuarentena, el 20 de marzo.

Más complejo aún: ocho de los 11 locales propios están dentro de shoppings y centros comerciales; complejos que se presupone seguirán cerrados por un buen tiempo. 

¿Cómo salir del escenario de facturación cero? “Eso empezamos a pensar luego del bajón de la primera semana. Por entonces surgió la posibilidad de fabricar barbijos, batas y cofias para clínicas en el marco de una relación familiar y, a partir de eso, se nos ocurrió hacer barbijos con diseño para el público en general”, explica Andrés Álvarez, socio propietario de la cadena junto a su esposa, Marina Maina.

“Empezamos el desarrollo en reuniones por Zoom. Armamos 20 diseños en tres tipos de moldes, para mujer, hombre y niño. Usamos parte del stock de telas que teníamos y adquirimos otras”; enumera. 

Comenzaron a difundir por WhatsApp los primeros modelos sobre el fin de marzo. “Es impresionante el alcance de ese canal. También desarrollamos una tienda on line específica, independiente del e-commerce de moda que ya tenía Rockabruja. La venta comenzó a activarse y explotó con la obligatoriedad de uso de los cubrebocas”; aseguró el empresario.

Tanto el diseño de la nueva web como la logística de entrega se apoyó en el “músculo” con el que ya contaba la empresa. 

Álvarez precisó: “Además de la venta on line, ya colocamos 30 mil barbijos entre nuestros clientes mayoristas. Hoy sacamos unos 200 pedidos por día, y muchos de ellos son packs de productos. En total son entre dos 2.000 y 3.000 barbijos diarios vendidos”. 

En la operación ya trabajan 25 de los 110 empleados que tiene la cadena. Otros están siendo asignados a organizar mercadería en los locales que permanecen cerrados.

Allí, la tarea es retirar los productos de verano y colocar la mercadería de invierno, confeccionada y recibida en un 70 por ciento. 

El plan sobre esos productos es venderlos en el
e-commerce
de moda de la empresa; por estos días, en proceso de actualización.

“Vamos a lanzar el invierno con descuentos fuertes, desde un 35 por ciento”; adelantó Álvarez. 

Escalar con barbijos

¿Qué escala puede alcanzar el proyecto de barbijos? “Creemos que va a lograr entre el 25 y 30 por ciento de nuestra facturación previa a esta crisis. Es muy buen resultado cuando muchas empresas de comercio están entre cero y cinco por ciento de su facturación habitual”, valoró Álvarez.

Y aclara: “Esto no reemplaza nuestro negocio, pero es un modo de reunir recursos para sueldos y de mantener equipos y marca activos”.

Un factor clave para impulsar sus barbijos fue, considera, el precio accesible: arrancan en 120 pesos. 

Cada vez más marcas e indumentaria se lanza a producir barbijos con igual lógica.

El fenómeno alcanza incluso a etiquetas de lujo internacionales, como Chanel, Gucci, Fendi o Louis Vuitton, por citar algunos ejemplos.

En Argentina, etiquetas de alto posicionamiento también editaron líneas a precios en sintonía con productos que ofrecen de manera habitual.

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La marca de indumentaria local desarrolló 20 modelos de barbijos. (Imágenes Coolhaas)