“Hace dos años me fui de viaje al sur. Estaba en pleno proceso de armar un disco, pero al mismo tiempo en blanco, en una búsqueda. En las montañas, mochileando, se me dio por escuchar a mi abuela, que no es algo que hago cotidianamente. Me crucé con La niña de fuego y me voló la cabeza ”, dice Ángela Torres.

De esa manera, explica cómo eligió el nombre, su alter ego para el EP del que se conoce su primer corte, Aló . “Me sentí identificada con esa canción, con la fuerza que tiene. Supe que iba a ser una ventana de inspiración en algún momento. Empezar a escribir en mi mano, en mis agendas, hacer parte de mí esa manera de llamarme. Sin saber por qué, por instinto ”, agrega con respecto al encuentro con la canción que dio nombre a la película de Lolita Torres en 1952. Aló tuvo más de 200 mil reproducciones en tres días.

Unos meses atrás, Ángela viajó a España, a la cultura de Lolita Torres, que cantaba y bailaba flamenco, y tocaba las castañuelas. “Le decían ‘la españolita’. Fue muy loco terminar grabando mi primer EP en España. Apenas llegué, le dije al productor (Alizzz) que quería llamarme La niña de fuego, y eso nos alineó a todos. Fluyó una dinámica de trabajo muy mágica. En muy poco tiempo, hicimos unas canciones hermosas. Fue una venta de inspiración para todos. Además, me generaba ilusión que las pibas que escuchan la canción se llamaran así también. Ahora está de moda en el género urbano, en medio de una canción, decir tu nombre. Por ejemplo, Lali canta y lo dice. Yo no me imaginaba ahora (no quiere decir que pueda hacerlo más adelante) diciendo ‘Ángela’. La niña de fuego no es tan personal. Ya bastante personal es la canción que sale de mi corazón ”, señala la cantante.

Aló es un video que nació en cuarentena, resultado de un trabajo en equipo, a distancia. El video original era completamente distinto al que se limita. “A 10 días de grabación, nos encerraron a todos. Fue mucho trabajo. Quedó lindo, genuino, con imágenes grabadas en mi casa, con mis luces y mi teléfono. Lo poco que se necesita, en algún punto. Fue desafiante el mundito virtual que aparece en mi video, como es la animación. Se fue dando, lo fuimos armando en reuniones por Zoom”, cuenta Ángela.

El diseño de arte del video remite a la cultura japonesa. Fue idea de la cantante, fanática del director de cine Hayao Miyazaki. Ella también incluyó el filtro del dragón que sobrevuela las escenas de animé. “En la cuarentena estuve muy conectada con él, vi todas las pelis que me faltaban ver. Me encanta. Mostré dibujitos a la producción y se nos ocurrieron ideas. Tengo muchas ganas de ir a Japón ”, dice.

Atadas al hilo del pop

Con respecto a las otras cinco canciones del álbum, Ángela adelanta que son todas muy distintas entre sí, pero tienen un hilo que conectan: el pop. “Cada una es un experimento de género: un trap-cito (sic), un reguetón, un rock-cito medio punk, otra supertriste. Se fue dando así. Hubo poco tiempo de trabajo en España: cada día una canción, improvisando y viendo en qué género me encuentro más cómoda. Estoy muy contenta y muy ansiosa, con muchas ganas de sacar las canciones”.

Con respecto a la necesidad de consolidar su perfil de cantante, comenta: “Mi proyecto va por el corazón, por lo que voy sintiendo. Así fue desde que soy muy chiquita. Empecé a actuar a los 10 años y siempre lo hice porque es lo que más feliz me hace en el planeta. No me imagino haciendo otra cosa. Siempre fui siguiendo mis deseos. Algunos quedarán tapados por inseguridades y miedos, como este de dedicar 100 por ciento a la música, creer en mí, cantar mis canciones y no esconderme detrás de un personaje en la televisión. Ahora estoy con un poco más de seguridad y con el deseo puesto en cantar. Eso me guía. Mis ganas, en este momento, están en la música. Eso no quiere decir que en un año me vean actuando, porque es parte de mí”.

En plan de cuarentena, además de ver películas, Angelita lleva una vida muy tranquila. “Soy muy holgazana. Me gusta comer, estar en la cama, ver series, dibujar, escuchar música todo el día y leer. No me redescubrí, no es que me di cuenta de que soy una gran cocinera o me quiero dedicar a otra cosa”, cuenta con picardía.

Con amigos conocidos, como Ofelia y Louta, y otros para nada conocidos, Ángela dice que extraña mucho esa red de afectos. “No soy muy familiera, sí muy amiguera. Mis amigos son mi familia, y mi casa no es mi casa sin mis amigos. Es la casa del pueblo. Siempre hay cinco amigos. Esto es muy difícil para mí. Y desafiante. Me gustan los desafíos. Ser más sincera con una misma en medio de tanto silencio”.

También espera el encuentro con el público. La última vez que se la vio en Córdoba fue en febrero, con Louta, en la presentación gratuita en el parque Sarmiento.

“Ahí canté La niña de fuego, la canción de mi abuela. Fue hermoso, Córdoba es un público muy pasional. Tengo mucha ilusión de ver qué se va a sentir cuando estoy en un escenario y muchas personas canten las canciones que escribí, y que se sientan interpelados. Es algo que quiero vivir casi desde que tengo noción de vida. Desde los 4 años imagino eso”.

En el viaje inspirador que recuerda con intensidad, Angelita anduvo por Colonia Suiza, Pampa Linda, El Tronador, Laguna negra. “Estoy con ganas de volver. En Córdoba también voy a la montaña. Soy muy de la montaña ”, dice, convencida de que cumplió el destino de La niña de fuego que vislumbró en ese paisaje del sur argentino.

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La cantante participó en la creación del video, inspirada en Miyazaki. (Gentileza Ramiro Birriel)
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