Si bien el aislamiento social, preventivo y obligatorio interrumpió una vieja tradición culinaria en Argentina –la de comer asado en reuniones sociales–, el consumo de carnes en general parece haber eludido los efectos negativos de la cuarentena.
Sin posibilidad de invertir en esparcimiento, los consumidores han decidido volcar ese dinero en alimentos, de acuerdo con lo que registran relevamientos privados y especialistas del sector.
Con el pollo en el pico de preferencia histórica y la carne vacuna con más kilos consumidos que el año pasado, el gasto en proteína animal ha crecido en el último año.
Más gasto
Según el analista de la cadena de ganados y carnes, Ignacio Iriarte, en los últimos 12 meses el gasto en carne vacuna de los argentinos creció 4,9 por ciento a moneda constante.
“Es el resultado de que el precio minorista acompañó a la inflación y el consumo per capita en medio de la pandemia se ubica tres o cuatro kilos por encima del año pasado”, precisa el especialista.
A diferencia de otros mercados, el de la carne tiene su particularidad. “No es que por la crisis económica la gente coma menos carne. A nivel doméstico, la demanda absorbe toda la oferta y ajusta por precio”, sostiene Federico Santángelo, socio de la consultora Agroideas, especializada en ganadería.
El pollo también ha crecido en demanda, a partir de una oferta creciente en lo que va del año que tuvo su correlato en una baja de precios al consumidor.
Hoy la industria procesadora tiene un acuerdo a nivel nacional con la Secretaría de Comercio Interior para entregar el pollo en el canal minorista a 70 pesos el kilo.
Menos que hace 10 años
Más allá de que el gasto en carne vacuna se encuentra estimulado por el aislamiento, si se lo compara con 10 años atrás su dimensión cayó 19 por ciento, aclara Iriarte. “En ese momento, el precio de la carne a moneda constante era de los más altos de la historia”, recuerda el analista.
También con respecto a 10 años atrás, el gasto por habitante en pollo se ha incrementado –a plata de hoy– 21,7 por ciento, mientras que el gasto en cerdo aumentó un 33 por ciento.
En ambos casos, precisa Iriarte, el incremento se debe a una suba en la ingesta. En el caso de la carne de pollo, se observa que en 10 años el consumo subió de 35 a 48 kilos por habitante, mientras que su precio al mostrador a moneda constante se redujo un 20 por ciento.
“Hace 10 años, el gasto en carne vacuna significaba 69,1 por ciento del gasto total en carne, mientras que hoy esa participación se ha reducido a 60,6 por ciento”, comparó.
Durante ese mismo período, el gasto en la compra de pollo pasó del 18,7 al 21,7 por ciento, mientras que el cerdo creció del 12,1 al 17,5 por ciento de participación.
¿Dónde estamos parados?
Dentro de este escenario, cada argentino consume hoy alrededor de 117 kilos de carne por año. La “torta” está integrada por 53,8 kilos de carne vacuna, 48 kilos de pollo y alrededor de 16 kilos de carne de cerdo (incluye cortes frescos y embutidos).
¿Ese volumen nos alcanza para ser líderes a nivel mundial en el consumo de carnes? La respuesta es no.
“Estados Unidos es hoy el país con el más alto consumo de carnes per capita del mundo. Para este año, se estima que la ingesta será de unos 37,6 kilos de carne vacuna, unos 30,6 kilos de cerdo y unos 52,5 kilos de pollo, lo que da un parcial de 120,7 kilos consumidos”, sostiene Iriarte.
A eso hay que sumarle 7,8 kilos de carne de pavo. El total estadounidense es de 128,5 kilos al año.
En Uruguay, el consumo de carne vacuna también ha caído. Según los números del analista, en el vecino país la ingesta en 2017 era de alrededor de 86,9 kilos. Esa composición incluye, además de cortes vacunos, pollo y cerdo, 2,5 kilos aproximados de carne ovina.