El
Atenas
2008/09, último cordobés que gritó campeón en la Liga Nacional de básquetbol, llevaba la firma, con todas las letras, de
Rubén Magnano
.
El entrenador, que ya tenía “la chapa” dorada de los Juegos Olímpicos del 2004, más el subcampeonato en el Mundial 2002, y varios títulos más, diseñó, desarrolló, y finalmente disfrutó con su obra, en la consagración contra Peñarol, que se selló el 24 de mayo de 2009.
El 91 a 83 en el Polideportivo de Mar del Plata puso el 4-2 final de la serie para dar el esperado grito de campeón.
Atenas, acostumbrado a las grandes conquistas, llevaba cinco temporadas sin festejos, recobró brillo con el regreso de Magnano, tras su paso por el básquet de Europa.
Para el exitoso, y exigente entrenador, la apuesta era importante. Para el club también. Felipe Lábaque dejó en todo de manos del técnico.
Magnano puso manos a la obra. Armó pieza por pieza un equipo nuevo.
Y se aseguró la mejor ficha del mercado, el más codiciado.
Leo Gutiérrez
, que venía de colgarse el bronce con la selección en Beijing 2008 (ya tenía el oro) dio el sí.
Bruno Lábaque
siguió en el plantel, apoyado de atrás en la base por Juan Pablo Figueroa. También el “eterno” Diego Osella. Para darle gol externo, apostó por Juan Manuel Locatelli. Federico Ferrini llegó para darle recambio, lo mismo que Cristian Romero.
El DT apostó a un novato para la Liga, Andre Laws como uno de los extranjeros. El otro llegó por recomendación de “Panterita” Ferrini. Con Djibril Kante jugaron junto en El Nacional una campaña anterior.
Todos sabían que lo importante era el equipo. Hasta Leo Gutiérrez, que era la estrella de la Liga y promedió “apenas” 13,3 puntos por partido.
“Algo muy especial de ese equipo es que todos estábamos unidos para ganar el campeonato. Sabíamos que esa era nuestra única misión y nos enfocamos en eso hasta que finalmente levantamos el trofeo”, resaltó Laws, premiado como el Jugador más Valiso (MVP) de la final.
No desplegaba un juego de alto brillo ese Atenas, como otros que hicieron historia. Pero altamente eficiente. Y una máquina defensiva preparada para desarmar al rival.
Era intenso. Los jugadores rotaban para dar su mejor versión en cancha. Apenas Laws superaba los 30 minutos en cancha. Era utilitario también ese equipo.
“Nuestras prácticas fueron muy intensas y competitivas… Entrenábamos mucho, así que creo que eso se transfirió a los partidos porque jugamos muy duro, especialmente en el lado defensivo”, sumó Laws.
Ese Atenas recuperó el cariño del calificado público cordobés al tiempo que demolía a los rivales, a los que apenas le permitía anotar una media de 70,2 puntos.
Por eso, no superaba los 80 tantos en ataque el Verde de Magnano (79.8). Le bastaba con “secar” al equipo contrario. Una muestra la dio en el Súper 8 jugado en Bahía Blanca, como previa a la Liga, y fue campeón.
Arrasó en la primera fase (13 victorias y una caída), mantuvo el ritmo en la segunda (20 ganados y 10 perdidos). En cuartos, le costó para eliminar a Regatas Corrientes (3-2) y “barrió” a Sionista de Paraná en las semifinales.
Y fue el primer Atenas en jugar en el Orfeo. Casi 10 mil personas en la serie final contra un Peñarol más ofensivo, a la medida del DT Sergio Hernández.
“La máquina defensiva” del griego permitió 76 tantos a los marplatenses en la llave y alzó la Copa. A la medida de Magnano.