“Vos no te das una idea la alegría que me da a mí tener una nota hablando en cordobés”, dice Mikael Lacko, actor radicado en México, donde tuvo que desterrar su acento para entrar en la pujante industria audiovisual de aquel país.
El esfuerzo viene dando sus frutos. Mikael actúa en dos de las series más vistas en las últimas semanas en Netflix: La piloto y El dragón. Pero su historia se remonta muchos años atrás.
Nacido y criado en barrio Las Flores hace 35 años, expulsado de varios colegios (Manuel Lucero, William Morris, Francisco Pablo de Mauro), hace unos 15 años decidió “tomarse el buque” de Argentina para probar suerte afuera.
“Allá yo laburaba en un callcenter y era encargado de barra en el boliche Zen. Y por una conocida me contactó un manager chileno que me ofreció laburo acá. Vendí el Fiat 147 que tenía y con un poco de plata que junté llegué a México”, resume ahora desde su “depa” en colonia Roma, una tradicional zona de Ciudad de México.
Paréntesis: cualquiera diría que Mikael Lacko es el nombre artístico que eligió, pero no. “Es un nombre muy raro, más para un cordobés del barrio donde vengo, pero mi nombre lo eligió mi hermana y mi mamá, y el apellido paterno tiene ascendencia eslovaca”.
La vida lo llevó por Estados Unidos y Europa donde pudo asistir al taller de actuación de Juan Carlos Corazza (también cordobés, coach de Javier Bardem), pero su corazón quedó marcado en México. Volvió para radicarse allí, mientras sobrevivía por los trabajos que hacía como modelo.
Lacko apostó por ir más allá del rótulo de galán, y eso le costó varios años “de hambre” hasta que se le abrió la primera puerta grande con la serie Entre correr y vivir, para TV Azteca, sobre los hermanos Rodríguez, ídolos del automovilismo en México.
Desde entonces, cambió el acento cordobés por el neutro, al punto que muy pocos directores de casting saben que es argentino. Y desde entonces se fue ganando su lugar “poco a poco, con laburo y mucho esfuerzo”, porque se negaba al rótulo de carilindo que le ofrecían como primera opción. “Hoy agradezco haber hecho ese camino que me costó más porque mis papeles han sido más complejos e intrincados”. Y la carrera de galán tiene, obviamente, las horas contadas por el propio paso del tiempo.
El cambio de escenario
En los últimos cinco años, la industria audiovisual mexicana sufrió fuertes cambios a partir de la consolidación de Netflix. “Ni Televisa ni TV Azteca lo vieron venir”, dice Mikael, que tuvo la suerte de haber participado de dos productos que salieron en la televisión norteamericana y ahora en la plataforma de streaming.
Él actúa en la segunda temporada de La Piloto, interpretando a Tony Waters, un agente corrupto de la DEA. “Mi personaje había estado escrito para un tipo mayor, pero los directores confiaron mucho en lo que yo quise hacer, el 90 por ciento las escenas me dieron muchísima libertad y eso redondeó un personaje súper fuerte que pegó mucho y fue nominado a los Premios TV y Novelas, muy populares acá”.
El primero de abril la serie se estrenó en Netflix, y semanas atrás recibió el mensaje de que estaba en el top ten de lo más visto en Argentina. “Yo casi me muero, y desde entonces me empezaron a llegar un montón de solicitudes en Instagram de toda Latinoamérica. La serie también pegó en otros lugares como España, Rumania y Hungría, lo que te muestra la potencia de Netflix”.
Y ahora también se metió entre los 10 más vistos El dragón, otra serie que en la segunda temporada lo tiene entre su elenco. Esto, finalmente, le está trayendo el reconocimiento entre familiares y amigos de Argentina. “Mucho de mi laburo acá nunca había llegado allá, así que ahora me mandaron mensajes diciendo que por fin me creen que soy actor”, dice entre risas.
Esta última fue producida por Lemon Studios, una de las productoras más grandes de México, junto con W Studios, de Miami. Es una serie muy ambiciosa que se grabó en varios países (Japón, Estados Unidos y México) escrita por el español Arturo Pérez Reverte.
“Ahora veremos qué pasa y esperando que se haga una tercera temporada porque mi personaje no muere y se puede tornar mucho más grande de lo que pensé”.
–También hiciste cine, ¿no?
–Sí, se me dio la chance de hacer un pequeño papel en Matando cabos 2, la continuación de una película emblemática del cine mexicano. Todavía no se estrenó, y ahora por todo este lío del coronavirus no se sabe cuándo será la fecha. Y también trabajé en otra película que se llama Flaka, una comedia negra de un director del under de acá que se llama Sergio Tovar muy reconocido. Y ahí tuve la oportunidad de compartir set con Edgar Vivar, el famoso Señor Barriga, que me contó cada historia de El Chavo que casi me muero.
–Acá hace muchos años, Ricardo Darín fue noticia porque contó que rechazó actuar en Hombre en llamas porque no quería hacer del latino narco. Vos hiciste varios papeles con esa temática. ¿Te genera algún dilema?
–Hay cosas: por un lado, Darín ya estaba en un punto de su carrera que podía rechazar trabajos. Cuando uno no está en ese punto, las cosas se complican. Pero al mismo tiempo, México es un país surrealista. Acá convivís con los carteles de la droga más grandes del mundo, terremotos, un volcán activo que está cerca de esta ciudad… y el narco en México está en el ADN, es algo muy normal acá. Si allá salieran dos noticias de lo que acá se ve, se horrorizarían. Acá que aparezcan colgados en un puente, descuartizados, que maten a 50 personas de un saque… es tan violenta cierta parte de la sociedad con respecto al crimen organizado que ya es parte del día a día. No hablar sobre eso, es como intentar ver a otro lado. La realidad es esa. Y las narcoseries son las más lucrativas. En mi caso, no tengo un dilema ético por ahora respecto a eso.
Mikael Lacko se ilusiona con que algún día pueda ser convocado para alguna serie o película en Argentina, y establecer contactos para que grandes producciones mexicanas filmen en Córdoba, ahora que está el Polo Audiovisual. Por lo pronto, está agradecido al país azteca por permitirle ir cumpliendo sus sueños.