En días en que la pandemia del coronavirus inunda de preocupación a los argentinos, hubo un hecho que pasó algo inadvertido, pero que fue una mala noticia para el Gobierno nacional: el viaje de Cristina Fernández a Cuba y el regreso con su hija Florencia Kirchner.
En momentos de alta sensibilidad social (el fuerte rechazo que generó el viaje al sur del conductor televisivo Marcelo Tinelli es una muestra palpable de esta realidad), el regreso de la hija de Cristina se produjo en un contexto inoportuno para el oficialismo nacional.
Como ocurre cada fin de semana, las distintas consultoras muestran sus números. Los resultados seguramente le dibujaron una sonrisa al Presidente de la Nación. La mayoría de los sondeos coincidieron en un ascenso de la imagen positiva del presidente Alberto Fernández.
Pese a la cuarentena total es una medida dura para la sociedad, según las encuestas de los últimos días, los argentinos le reconocen al Presidente su liderazgo, en este momento de crisis sanitaria.
Esta situación es exactamente lo contrario a lo que ocurre en países vecinos, como Brasil y Chile. También en Europa, donde los ciudadanos descargan duros cuestionamientos para los gobernantes de turno por no haber tomado medidas a tiempo.
Repercusión negativa
El viaje de la vicepresidenta a Cuba, cuatro días antes de que comenzara la cuarentena que decidió el Gobierno nacional, ya había generado una repercusión negativa, al menos en las redes sociales.
Fue el décimo viaje de Cristina Fernández a la capital cubana en los últimos 12 meses, pero no se trataba de uno más: seguramente ya estaba programado el regreso de Florencia, quien se estaba tratando de un problema de salud, que se desencadenó cuando avanzaban dos causas judiciales que la tienen imputada: Hotesur y Los Sauces.
Si bien esas investigaciones siguen en pie, la llegada al poder del Frente de Todos produjo un alivio para la vicepresidenta en las 10 causas que está imputada, cinco de ellas con pedido de juicio oral.
El 13 de febrero pasado, desde la capital cubana, Florencia Kirchner reabrió sus cuentas en redes sociales. Para muchos fue un indicio de que la hija de Cristina estaba preparando su regreso al país. La realidad les dio la razón.
Tensión
Antes de que estallara la preocupación por el Covid-19, el frente judicial era una cuestión que generaba tensión entre el Presidente y la vicepresidenta. La polémica por los exfuncionarios K detenidos expuso en público las diferencias entre albertistas y cristinistas.
Mientras que los dirigentes que responden a la vicepresidente aseguran que en el país hay presos políticos, el propio Alberto Fernández marcó límites a este reclamo. El Presidente entiende que hay presiones preventivas “arbitrarias”. La diferencia no es menor.
En un contexto en el cual Alberto Fernández intenta alimentar su liderazgo, al pronunciarse de manera reiterada por la unidad de los argentinos para afrontar la pandemia, el regreso de la hija de la vicepresidenta vuelve a profundizar la grieta entre cristinistas y anticristinistas.
Sin dudas, una situación no deseada en la Casa Rosada.
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