Las protestas por la muerte de George Floyd potencian la ya de por sí incisiva reivindicación política de 5 sangres, el esperado estreno vía streaming de Spike Lee oportuno en otro contexto álgido, el de la pandemia y su sequía de industria cultural.

El director de Haz lo correcto no se ahorra recursos en las expansivas dos horas y media del filme que saca a relucir el papel preponderante de su raza en Vietnam, recurriendo como le es habitual al pastiche de géneros, la alternancia de registros, el documento y el panfleto.

Cuatro veteranos afroamericanos de la guerra vietnamita regresan en el presente al territorio de batalla para rastrear un botín de oro y los restos de Norman “Dinámico” (Chadwick Boseman), el inspirador líder del pelotón de los Sangres caído en combate décadas atrás. El antes y el después no pueden ser más contrastantes: las imágenes porosas y en encuadre acotado de la expedición bélica se contraponen a un Saigón hiperrealista de hoteles, restaurantes y cabinas de DJ con afiche de Apocalypse Now. La contestataria década de 1960 vuelve como cita y abismo histórico, y así el idealismo de Norman resuena tan utópico como el de Martin Luther King o Malcolm X.

La conexión con el pasado irrumpe sin embargo pronto, cuando un niño lisiado que pide limosna asusta a los protagonistas en la calle con una emboscada de pirotecnia. Será el inicio de un viaje al corazón de las tinieblas tan geográfico como temporal: la visión del cuarteto de expedicionarios –a los que se suma el hijo de uno de ellos– transitando la llanura superpone referencias en términos de experiencia y repetición, aventura y comedia, tragedia y farsa, épica y vaciamiento, entierro y desentierro.

Lejos tanto de Coppola como de Tarantino, Lee escenifica con sus imprevistas matanzas, tiroteos y ajusticiamientos una violencia pacífica, nula, intrascendente. Su gesto es el del rebelde esperanzado, quien estira los extremos irresponsablemente para sacrificarse por un mensaje de noble revisionismo.

Por eso tanta proclama recurrente puede resultar sospechosa, al borde de la literalidad perezosa o ingenua. Pero Lee trafica con el tesoro del buen cine al apoyarse sobre todo en el contradictorio Paul (Delroy Lindo), votante de Trump autoritario y codicioso que enuncia el monólogo decisivo en un plano secuencia frontal de jungla que acaba con un puño alzado: el dinero y Dios son los polos últimos del absurdo que atenta contra una legítima hermandad.

DATA_ART_5243254_1592056655.JPG