El día que murió Miguel “Cachoíto” De Lorenzi, muchos de quienes lo conocieron lo despidieron con un “Adiós, pequeño”. Así solía referirse él, afectuosamente, a las personas de nuevas generaciones con quienes trabajaba. Personas que a él lo recuerdan como un grande.
Miguel “Cachoíto” De Lorenzi (Córdoba, 1940-2010) fue un dibujante publicitario y artista plástico. Su primera experiencia fue en la agencia Nova Propaganda. Durante la década de 1960, fue director del Departamento de Diseño de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba (SRT), donde creó escenografías, separadores para programas y el logotipo de Canal 10 (1962). Entre 1979 y 2005, se convirtió en director de arte de La Voz e intervino en sus rediseños de 1980, de 1995 y de 2001.
En el año 2010, “Cachoíto” De Lorenzi murió cuando estaba próximo a cumplir sus 70. Dos años antes se presentó en el Centro Cultural España Córdoba la muestra “ReCácholis”, que rescató su obra gráfica y pictórica. Curada por Guillermo Leal y por Santiago Guerrero, la selección de esa muestra es la que su hija Florencia, a cargo de su legado, suele tener en cuenta a la hora de destacar sus trabajos.
“Esa muestra, impulsada por Francisco Marchiaro, por suerte se hizo con él en vida, con el trabajo de los curadores, pero también con una selección del mismo ‘Cachoíto’. Mi mamá y yo tomamos siempre ese material de referencia. Ese es mi archivo ya curado por él”, explica Florencia De Lorenzi.
Recientemente, la fundación Investigación en Diseño Argentino (Ida), la primera institución en el país abocada al trabajo de archivos y de colecciones sobre diseño argentino, destacó la obra de “Cachoíto” De Lorenzi con material que su hija y otros colegas proveyeron.
“El impulso de la fundación Ida es un marco para darle un reconocimiento fuera de Córdoba a mi papá, aunque sus colegas, contemporáneos y más jóvenes, siempre se lo han dado. Algo muy interesante de la fundación es que se convierta también en un lugar de cuidado de su obra, ya que el plan es hacer un museo del diseño argentino”, agrega.
Florencia también reactivó uno de los últimos emprendimientos de Cachoíto: las imágenes curiosas de la ciudad que captaba con su cámara de fotos y a las que ponía singulares palabras en “Andurreando”, un “no-blog”, como él lo llamaba, que enviaba por e-mail y luego se publicó en La Voz.
“La pandemia me dio la oportunidad para reactivar el ‘Andurreando’. Hubo una intención de convertirlo en libro, pero no daba la resolución de las fotos. Todos los días, abro los e-mails y rescato una o dos imágenes, y mantengo el epígrafe de cada foto”, cierra. La página en Facebook de Andurreando recupera ese trabajo.
Entre otros recuerdos de su padre, Florencia, que también es diseñadora evoca que aunque duró apenas meses en la docencia formal de diseño, “era un gran formador”. “Nunca ejerció como docente pero en los lugares en los que trabajaba siempre formaba a los que estaban alrededor. Él creía que había que estar en el mismo lugar por mucho tiempo. Su vocación formadora siempre estuvo en esos espacios”, cierra.