Hay amores que a pesar de la distancia encuentran la forma de hacerse presentes y de que la pasión tome forma física. En este caso, en la humilde forma de una carpa que se asienta, firme, a metros del lugar donde Ricky Martin tocará la noche del martes. 

La carpa se reviste de importancia al considerar cuántos días antes hizo su aparición: hace más de 20 que con lluvia, sol y viento vino a marcar territorio, a la espera de poder ver al ídolo, en carne y hueso, a pocos metros. ¿A quién no le gustaría ver a los suyos así? Esta manifestación de amor es obra del Club de Fans Oficial de Ricky Martin local: RM Elite Córdoba.

El club que hoy conforman 40 fans aproximadamente tiene una organización fina y un propósito férreo. Soledad Carranza y Paola Altamirano, presidenta y colaboradora de ésta, son parte de la sede capitalina de una entidad presente en países de Latinoamérica y Europa. En parte, fue su accionar el que logró que el equipo del cantante boricua agregue la fecha en Córdoba, explican. 

Paola sostiene un papel que a forma de cronograma materializa todo su esfuerzo de organización: ella se puso en contacto con cada una de las integrantes del club para ver cuándo y por cuánto tiempo pueden tomar sus turnos en el acampe. Algunos turnos terminan a las siete de la mañana. Otros tienen una cantidad de horas fijas todos los días. 

También hay que hacer frente a imprevistos: hijos que se enferman, cuestiones de trabajo… incluso el colectivo que no viene o que se queda, una realidad de la que cualquier cordobés de a pie puede dar cuenta. Las tildan de locas, pero son un grupo de mujeres que a base de esfuerzo y determinación logran este tipo de acciones. Además, hay una cara poco conocida del club: en nombre del artista, que retribuye con reconocimiento, llevan a cabo constantemente acciones solidarias: recolectan artículos para hacer visitas a merenderos y comedores. 

Lo mejor de mi vida eres tú

Casi todas tienen también trabajo y familia. En el caso de Paola, por ejemplo, trabaja independiente, lo que le da cierta flexibilidad para estos operativos. También cuentan con familias que las apoyan. “Mi esposo se casó conmigo y se casó con esto”, ríe Paola y recuerda cuando tenían 16 y estaban de novios: ella ya tenía la habitación adornada con una foto de Ricky y sus ahorros iban a comprar revistas donde saliera aunque sean una pequeña foto de él. Eran épocas sin la generosidad fotográfica de Google.

Pero ¿cuál es el objetivo de tamaña hazaña? No cualquiera decide dormir 20 días sobre el duro cemento. “El acampe no es sólo simbólico”, aclara Soledad. Tienen un objetivo: sus entradas “golden” les permiten el acceso a dos sectores cuadrados frente al escenario y rodeados por pasarelas por las que el artista se mueve. Un lugar privilegiado, pero no numerado y que para sacarle el máximo partido exige estos esfuerzos. 

Esfuerzos que sostienen en una red que tejen entre ellas. Paola cuenta como, una de esas noches que le tocaba pasar en la carpa, otra del club vino a acompañarla, por pura solidaridad: la chica en cuestión tiene su entrada en un sector numerado. Pero es el trabajo colectivo el que sustenta la carpa. 

Soledad y Paola terminan con la entrevista y mientras, Lili comienza su turno, con su remera del club puesta y los labios violetas a tono. El artista sonríe desde un banner que han colgado atrás, y el sol brillante promete que esa noche no vendrá la lluvia de la noche anterior. La carpa, plácida, continúa.

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