La soja es crucial para la economía argentina. De sus exportaciones, como grano o como harina, aceite o biodiésel, dependen uno de cada cuatro dólares que ingresan a una Argentina urgida de divisas para tapar sus constantes desequilibrios fiscales.

Por eso, cualquier variación en los volúmenes de cosecha o en los precios internacionales constituye un dolor de cabeza, no sólo para los productores, sino para la economía en general y para el Gobierno nacional, que aspira a tener en la oleaginosa –vía retenciones– un sostén para las cuentas públicas.

El problema es que este año soplan, simultáneamente, dos vientos. Desde la segunda quincena de febrero hasta la semana pasada, un período crítico para la definición de los rendimientos de soja, la escasez de lluvias y las altas temperaturas provocaron un estrés hídrico que perjudicó a muchos lotes en las zonas más productivas del país.

La Bolsa de Comercio de Rosario, que en febrero proyectaba una cosecha nacional de 55 millones de toneladas, redujo la perspectiva a 51,5 millones. En Córdoba, el ajuste es de 660 mil toneladas: de 16,05 millones a 15,39 millones, de acuerdo con la entidad rosarina.

Paralelamente, la cotización FOB (precio pleno de exportación, sin el impacto de las retenciones) de la oleaginosa cayó 24 dólares, al pasar de 332 dólares (a fines de febrero) a 308 dólares el último lunes. La explicación a esta baja (-7,2 por ciento) es que la soja no es ajena al fenómeno de retracción mundial provocado por la pandemia del coronavirus y el derrumbe de los precios del petróleo, que impacta en las materias primas.

Pérdidas

El economista Gonzalo Agusto, de la Bolsa de Cereales de Córdoba, resumió que hace 15 días se esperaba una cosecha nacional de soja que aportaría 18.260 millones de dólares. Ahora serían 15.862 millones; es decir, 2.400 millones menos, repartidos casi en partes iguales en el combo de falta de lluvias y crisis global.

Si los precios no hubieran bajado, la escasez de agua lo mismo restaría 1.160 millones de dólares, mientras que el efecto de menores precios es lo que explica los 1.240 millones restantes.

En cuanto a Córdoba, de un valor bruto de la producción sojera de 5.330 millones de dólares, estimado hasta el mes pasado, se pasa a 4.740 millones, es decir, casi 600 millones de dólares menos.

Por cierto, son cálculos teóricos que pueden variar en función del dinamismo de los mercados y de la posibilidad de que las lluvias registradas en la última semana puedan recuperar la situación en algunos lotes.

Un aspecto no menor es que Argentina es el tercer mayor productor de soja del mundo y el principal exportador de harina y de aceite de soja; por eso, la evolución de su cosecha también impacta en la formación de los precios internacionales.

“Si no tuviéramos sequía aquí, los precios quizás estarían aún más bajos”, indicó Agusto.

Una esperanza son los datos que llegan desde China –principal comprador mundial de la oleaginosa–, que estaría comenzando a recuperarse tras superar la peor etapa del brote de Covid-19.

“Seguramente esto tiene que ayudar a una recuperación de los precios, pero hay que recordar que venimos de un panorama desalentador, incluso antes del virus”, alertó Agusto.

En enero pasado, la soja permanecía en torno a 350 dólares la tonelada, un mejor precio que el actual, pero bajo en términos históricos: entre 2008 y 2015, por ejemplo, promedió más de 500 dólares.

“Cuanto mucho, el precio podría volver a ese nivel (350 dólares) si se empieza a normalizar la situación, pero ni siquiera sabemos cuándo podrá ocurrir eso. Además, la cosecha récord de Brasil opaca un poco la sequía argentina”, completó Agusto.

Leche en polvo: También “enferma”

El precio cayó a su peor nivel desde diciembre de 2018.

 

No sólo los granos sufren el efecto recesivo del coronavirus. En el remate internacional de productos lácteos de Fonterra (referencia mundial para los valores de estos alimentos), la cotización de la leche en polvo entera –principal producto de exportación de la cadena láctea argentina– cayó 4,2 por ciento en comparación con la subasta anterior (son quincenales). El precio se ubicó en 2.797 dólares la tonelada, el valor más bajo desde diciembre de 2018.
 

Suelos. Antes de las lluvias de los últimos días, muchos lotes mostraban signos de estrés hídrico. (La Voz / Archivo)