Viajar en avión ha dejado de ser una actividad extraordinaria y acotada a segmentos sociales específicos. Hoy, volar puede estar directamente vinculado al desarrollo de una actividad laboral, por lo que las ofertas de frecuencias y opciones han aumentado en las últimas décadas.

Sin embargo, hay algunas condiciones de salud que hacen necesario tomar algunas precauciones a la hora de subir a una aeronave.

Algunas de ellas son las patologías respiratorias, como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (Epoc), el asma y la fibrosis pulmonar.

La primera de ellas tiene una incidencia y una prevalencia alta en la población y viene aumentando, sobre todo en mujeres. Es por ello que Guillermo A. Raimondi, neumonólogo y socio fundador de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, brinda las siguientes recomendaciones.           

Recaudos

Es recomendable que los pacientes con enfermedades asociadas, tales como enfermedad cardiovascular, tratamiento inmunosupresor o recuperación total luego de una exacerbación, sean convenientemente evaluados por un médico especialista, ya que su condición podría influir en la decisión de viajar con seguridad.

Asimismo, es necesaria una correcta evaluación de quienes durante viajes anteriores han tenido síntomas como disnea, dolor torácico, confusión o síncope o tienen Epoc severo o enfermedad bullosa.

 También hay que tener en cuenta que algunas enfermedades asociadas podrían empeorar con la falta de oxígeno. Por caso, la enfermedad cerebrovascular o cardíaca, la hipertensión pulmonar, el riesgo o antecedente de tromboembolismo venoso o pulmonar y la tuberculosis pulmonar, entre otras. Es muy importante saber que las cabinas de los aviones están presurizadas sólo a 550 mmHg, por lo tanto, en estas condiciones los viajeros pueden sufrir una disminución de oxigenación en sangre.

 Mientras que las personas sin enfermedad pulmonar no se ven afectadas, algunos pacientes con Epoc pueden sufrir disminución de la oxigenación, con valores de saturación de oxígeno riesgosos durante el trayecto. Esto puede llevar a un aumento importante de la disnea, taquicardia, palpitaciones y aumento de la presión arterial. Todo esto se exagera durante actividades físicas livianas, tales como caminar hasta el baño o acomodar el equipaje.

Oxígeno suplementario

Los pacientes que a nivel del mar tienen una saturación menor de 92% requerirán oxígeno suplementario durante el vuelo. Aquellos que presenten saturación mayor de 92% y sobre todo obstrucción severa o muy severa de la vía aérea, deberán realizar la llamada Prueba de Simulación de Altura. La misma reproduce las condiciones de presión barométrica que se pueden encontrar durante el vuelo.

 Durante la misma se elige el peor escenario posible, con una altura de 2500 metros, lo que permite predecir con cierta exactitud la saturación de oxígeno que tendrá el paciente durante el vuelo. Si fuera por debajo de los valores de seguridad, el paciente requerirá oxígeno suplementario.

La prueba de Simulación de Altura se puede realizar en una cámara hipobárica a 550 mmHg de presión, que es la que mantiene eventualmente la cabina del avión a altura de vuelo. Sin embargo, en nuestro medio hay pocas cámaras hipobáricas y no son todas accesibles.

 Existe una forma más simple y generalmente utilizada que es la que el paciente respire una mezcla con menor contenido de oxígeno (15 %) que simula la cantidad que se respira en la cabina a altura de crucero. La respiración de esta mezcla gaseosa se mantiene durante 20 minutos monitorizando la saturación y si cae por debajo de 85% indica que el paciente requerirá oxígeno suplementario durante el vuelo. El resultado positivo de esta prueba no impide la realización del viaje, sino que demuestra la necesidad de utilizar oxígeno suplementario durante el mismo.

 Trámite

Si un paciente tiene la necesidad de oxígeno suplementario durante el vuelo, corresponde realizar el trámite correspondiente en la aerolínea para solicitarlo. El médico deberá completar un formulario con los detalles del estado del paciente y su requerimiento de oxígeno. Este formulario es común a todas las líneas aéreas y confeccionado por un organismo de control internacional (IATA), quien también proporciona un listado de los equipos concentradores de oxígeno que están aprobados para ser utilizados a bordo (prácticamente todos los que están en el mercado).

 Si el paciente cuenta con uno de estos equipos, propio o alquilado, hay que tener en cuenta la duración del vuelo y posibles demoras para calcular los “packs” de baterías necesarias. El flujo del oxígeno es indicado entre 2 y 4 L/min y en ocasiones, según la aerolínea se exige que el paciente viaje acompañado.

Espirometría. Uno de los estudios para el diagnóstico. (AP)