La apertura de los archivos vaticanos sobre el pontificado de Pío XII, durante la Segunda Guerra Mundial, permitirá consultar la serie de archivos denominados “Judíos” que contienen las historias de cuatro mil nombres, la mayoría de católicos de ascendencia judía, pero también judíos.

Los documentos, hechos públicos ayer, parecen demostrar la dedicación que Pío XII tuvo para intentar salvar a víctimas del nazismo, algo que siempre estuvo en discusión.

Entre los nombres que surgen de los archivos hay personalidades como el joven investigador Paul Oskar Kristeller, un hombre de fama mundial por sus estudios humanísticos. Según los documentos, Kristeller se dirigió a la Santa Sede, aunque el compromiso dado para su vuelo de Europa a los Estados Unidos permanece oculto/desconocido en su expediente.

Asimismo, aparece Tullio Liebman, fundador de la Escuela Procesualista de San Pablo y en la posguerra un profesor de fama mundial en las universidades de Pavía, Turín y Milán, quien fue ayudado y fundó, gracias al compromiso de los colaboradores de Pío XII, la ruta de escape hacia América del Sur.

Según indicó el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario de Relaciones con los Estados, estos documentos demuestran que Pío XII no calló ante el genocidio nazi y que cumplió acciones concretas para tratar de responder “a las peticiones de ayuda” que lanzaron las comunidades en peligro.

“Los documentos mostrarán los esfuerzos realizados para tratar de responder a las peticiones de ayuda para la salvación de los perseguidos y los necesitados con sus vidas en peligro”, apuntó.

Tras más de 10 años de trabajo, el Archivo Vaticano diseñó para esta ocasión un software que convierte el documento original en un fascículo digitalizado, que a su vez se interconecta con un inventario.

En total se trata de 1,3 millones de documentos digitales, que corresponden a los primeros 10 años (1939-1948) y que se irán completando progresivamente con más de otros 700 mil documentos. De hecho, el material completo perteneciente al pontificado de Pío XII consta de unos dos millones de papeles.

(La Voz / Archivo)