Mystify
es un potente retrato documental sobre Michael Hutchence, cantante magnético de Inxs que experimentó en carne propia la parábola del “rock star” y terminó consumido por sus propios demonios. La película, agregada recientemente al catálogo de Netflix, fue dirigida por Richard Lowenstein, cineasta australiano y amigo personal de Hutchence. 

De hecho, en 1986 dirigió el largometraje Dogs in space, ficción protagonizada precisamente por el vocalista de INXS. 

VOS contactó al cineasta, quien desde Australia dejó sus apreciaciones sobre el documental y su propia experiencia personal tras el trabajo. 

“Michael combinaba talento extremo con carisma como performer, y se negaba a ponerse una máscara como tantas otras estrellas: él era sí mismo en escena, no había artificio ni pretensión, era lo que veías. Lo que me inspiró a mí fue la naturaleza mitológica de su historia, escrita y estructurada como una tragedia griega. Tiene anhelo, villanos, lealtad, amores incondicionales y un trayecto psicológico que marcó su viaje. Todo lo que yo tenía que hacer era encontrar el Rosebud”, dice el director, en referencia a la película El ciudadano de Orson Welles. 

Conociste y trabajaste con Michael muchos años. ¿Eso hizo más fácil o difícil la concreción del documental?

–Hizo más fácil la logística para crear un documental con el nivel de intimidad que sentíamos era necesario para contar una historia honesta. Necesitaba confiar y tener el apoyo de aquellos que habían sido cercanos a Michael y nunca habían hablado hasta ahora. Y que sintieran que estaban hablando con un amigo y no con un extraño. Ya en la edición fue más duro porque estaba el peligro de caer en el elogio, pero ahí fue cuando lo codirectores, Lynn-Maree Milburn y Andrew de Groot, dieron su mirada objetiva. 

–¿Descubriste algo sobre Michael en el proceso de filmación que no sabías sobre él?

–Creo que todos descubrimos que la historia era más compleja y emocional de lo que pensábamos. Había un costado de complejo de Edipo mucho más fuerte de lo que pensábamos o sabíamos, y descubrimos algunos de los secretos que él había mantenido dentro de él. Michael tenía el deseo de ser aceptado por todos, lo que lo hacía muy manipulable y atractivo para una serie de personajes indeseables tendientes a explotarlo para su beneficio personal. 


–Hutchence dice al comienzo que debe ser terrible pasar por la vida sin haber encontrado el amor al menos una vez. ¿Cómo fue la relación de él con el amor?

–Fue nuestra premisa. ¿Podrá nuestro protagonista encontrar el amor que anhela? Y la canción que canta al final dice ‘Quiero ser amado por vos’… La respuesta quizás sea el Rosebud. Todo nos hace cuestionar qué significaba el amor para Michael. ¿Un anhelo familiar, la felicidad de la juventud, la belleza y los días más simples? ¿El rugido de una multitud? ¿El amor de una madre ausente?

–¿Por qué creés que resurgió el interés por los documentales sobre músicos y cantantes en particular?

–El público siempre estuvo interesado en la vida de cantantes y músicos, porque están expuestos sobre el escenario pero muchas veces tienen vidas tumultuosas, son inseguros y desafiantes, sean exitosos o no. Su paso no siempre es fácil emocional o físicamente, y muchas veces les cuesta sostener y mantener una conexión humana. Esa profesión tiende a atraer a aduladores y sanguijuelas que buscan alimentarse del interés suscitado, lo que puede crear un drama emocional. 

–¿Qué impacto tuvo en la carrera de Michael la lesión cerebral que tuvo?

–En aquel momento, Michael me dijo de la agresión por un taxista danés le había fracturado su cráneo. Cuando me contó que tenía sólo el 10 por ciento del sentido del gusto se puso emotivo y rompió en lágrimas.  A partir de ese hecho, se volvió obsesivo, repetitivo y fuera de foco. Era una persona completamente distinta a quien era tan solo unos meses atrás. La lesión cerebral traumática no atendida, en el nivel que tuvo Michael, crea problemas cognitivos, de atención, inhabilidad para manejar situaciones complejas como las de la cambiante industria del pop, y ambientes emocionales problemáticos. Eso genera una tendencia a la paranoia, agresión esporádica, y bipolaridad. La anosmia que él padeció le quitó por completo el sentido del olfato y el 90 por ciento del gusto, lo cual incrementó su desconexión con su alrededor, creando una sensación estar flotando en el espacio exterior. Eso lo puso en un grupo de riesgo como un posible suicida.

–En comparación con otras biopics como la de Freddy Mercury o de Elton John, esta es claramente triste. ¿Es la carga por el hecho de ser un documental?

–Las ficcionalizaciones como Bohemian Rhapsody o Rocketman les permiten a los realizadores homogeneizar de forma glamorosa la experiencia cinematográfica. Eso presenta de forma edulcorada tragedias o problemas de la vida como secuencias fácilmente digeribles. Siguiendo formas narrativas preseteadas del cine mainstream se llega automáticamente a eso. Las emociones motivadoras pueden ser creadas y manipuladas con la magia de los grandes presupuestos de Hollywood, pero no son auténticas. Son una serie de gatillos preprogramados que responden a fórmulas que se vienen usando de toda la vida en la TV y el cine. Un documental íntimo, que muestra el derrotero de una persona y sus dilemas de la vida real, es otra cosa. A Mystify lo encontramos triste porque efectivamente lo es. Podés ver la felicidad de nuestro “héroe” y la tragedia en sus ojos y eso a veces puede ser fuerte, en especial cuando pasamos nuestro tiempo viendo entretenimiento edulcorado.  Esto es triste porque es real, pero esa no es su carga, sino su don. 

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