Con los dientes apretados, dejando hasta la última gota de sudor en el campo, Belgrano consiguió un valioso, trabajado y merecido triunfo ante Morón 1 a 0 que le sirvió para cortar una larga racha de empates en casa (seis seguidos) y para darle a esos locos de las tribunas un sábado de fiesta como hace mucho venían mereciendo.

No es que el equipo se metió entre los cuatro ni que está arriba. Lo que hizo fue dejar todo, mostrar que quiere estar en la pelea y que jugará “a lo Belgrano” cuando sea necesario y cuando así se lo exija el partido. Fue tan costoso el triunfo, que hubo calambres, extenuación y muchísimo nervio. Pero todo lo que se dejó en el campo fue para apuntalar una remontada que se da de a poco, pero que se nota en el accionar de los jugadores y en el ánimo de la gente que se envalentonó al despedir al equipo con el “vamos a volver” desde los cuatro costados.

El triunfo tuvo de todo, porque arrancó ganando y pudo marcar uno más en el primer tiempo, pero las malas determinaciones en los metros finales se lo impidieron. Y esto es Belgrano, donde sufrir y tener los nervios crispados hasta el cierre mismo del partido, está en su ADN.

Otra vez la cabeza de su goleador fue el arma para destrabar de arranque un encuentro que se preveía complicado y que fue así de principio a fin. El preciso centro de Sánchez y el frentazo de Vegetti para el 1 a 0, ilusionó a las 30 mil almas presentes con una tarde tranquila, pero no fue así. Hubo que “laburar” el partido, apretar los dientes, tensar los músculos y aguantar. Es cierto que el partido le brindó chances de marcar un gol más, pero no pudo y debió apelar a mucho de esfuerzo para mantener en línea a su adversario.

Desde setiembre que el equipo no ganaba de local. Demasiado tiempo para un conjunto que quiere ascender. Pero alguna vez debía pasar y pasó. Entonces la gente enloqueció, el Pirata festejó en el centro del campo y entre ambos se dieron las gracias por el aguante. Sí, entre ambos. Porque los que están siempre volvieron a llenar el Gigante y no pararon a lo largo del partido de hacer su parte. Y los de corto metieron, con Bernardello de abanderado, con la guapeza de todos y el amor propio puesto a flor de piel. Un triunfo para la gente y para los jugadores, porque todos se lo merecían y lo querían.

La “batalla de Alberdi” ante Morón dejó imágenes para recordar. Al capitán festejando con los brazos abiertos su gol 13 que no tuvo nada de yeta, sino que fue el de la victoria. A Ulises Sánchez correr hasta quedar acalambrado como les pasó a Sequeira y Luna. A Rivero ganarse sus primeros aplausos en el Gigante, porque su buena actuación lo hizo merecedor del premio. A Rigamonti tapando un par de balones complicados y después tomando algunas decisiones no muy acertadas, pero sí jugándose la piel en cada pelota.

Así estuvo Belgrano en su estadio, jugando como si fuera una final. Y en realidad era la número 12, ahora le quedan otras 11 para alimentar su sueño, para pensar que es posible y como dice Caruso Lombardi se sintió ganador “el equipo se siente ganador” y eso es así porque todos “juegan por Belgrano” no por ellos, sino por todos.

Ahora deberá visitar sin su “as de espadas”, Vegetti, a Temperley el domingo a las 21, pues el goleador llegó al límite de amonestaciones. Y será otra prueba de carácter, porque tendrá el equipo que sobreponerse a la ausencia. Tendrá que ajustar los nervios, esos que hicieron que “el Gato” Luján se enojara y mucho, porque fue reemplazado, tanto que cruzó algunas palabras fuertes con el DT. Tendrá que seguir por este camino, el de meter y no aflojar de principio a fin, porque si quiere premio, debe ganárselo, nadie se lo va regalar.

Las tablas

Resultados 

Posiciones

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