Ante la pandemia y el desconocimiento sobre muchos de los aspectos de la nueva enfermedad COVID-19, la “infodemia” gana territorio y se expande. La desinformación aprovecha la incertidumbre, la falta de certezas y las emociones trastocadas por el encierro para llegar cada vez a más personas. Desde el momento en que se conocieron los primeros casos de coronavirus en América Latina, a fines de febrero último, la desinformación comenzó a circular a toda velocidad. Como ocurrió el año último con la desinformación política en tiempos electorales, aunque con una diferencia muy importante: los contenidos falsos sobre salud que ahora se viralizan angustian y pueden poner en riesgo la vida de las personas.

¿En qué formatos circularon y circulan estas desinformaciones? A continuación, te lo contamos.

Cadenas escritas con consejos sin sustento científico

Las primeras semanas de la presencia del virus en la Argentina, a comienzos de marzo, se comenzaron a difundir masivamente cadenas escritas o tarjetas visuales -que llegaron al número de WhatsApp de Chequeado para ser verificadas- con desinformaciones sobre cómo prevenir y tratar la enfermedad: consumir alimentos con vitamina C, tomar agua con limón, retener el aire por 10 segundos para detectar la presencia de la enfermedad, tomar bebidas calientes y beber agua cada 10 minutos para mantener la garganta húmeda o hacer gárgaras de sal. También se viralizaron cadenas de WhatsApp sin evidencia que afirmaban que tomar ibuprofeno potencia el coronavirus.
 
Nada de esto es real. Ninguno de estos consejos son recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) o por otros organismos oficiales, como el Ministerio de Salud de la Nación, y, hasta el momento, no hay curas ni tratamiento eficaz contra la COVID-19. Ya hay varias vacunas que están siendo testeadas en humanos, pero hasta ahora, no hay nada definitivo.
 
Muchas de los textos se difundieron como recomendaciones atribuidas a médicos locales o extranjeros, lo que las hizo más creíbles, como la cadena que circuló por WhatsApp firmada por la doctora Silvia González Ayala, quien desmintió a Chequeado que se trate de medidas recomendadas por ella. O el caso de una supuesta cura descubierta por Cuba, de la mano de un falso médico y ministro de Salud de ese país, o de los beneficios del café para enfrentar el coronavirus en boca de un médico chino, quien en realidad no realizó ninguna investigación sobre el tema.
 

Audios anónimos o de supuestos médicos

 
Otro formato que se sumó luego en una segunda etapa y tomó protagonismo fue el audio, una forma de viralizar desinformación muy utilizada el año último durante el período electoral (ver acá y acá). Sólo que el juego cambió: en ese momento se atribuían declaraciones a políticos conocidos, ahora se compartieron con nombres de médicos que no lo son tanto, pero que según detallan quienes hablan, se mandan “a una tía” o a un grupo de amigos. Ese fue el caso de las grabaciones con recomendaciones y proyecciones que circularon afirmando que se trataba de la voz de la doctora Carina Martinich, que en realidad es una bioquímica de Rosario, o aquel que se le atribuyó a Claudio Belocopitt, el dueño de Swiss Medical, con recomendaciones en contra del virus.
 
Este es el mecanismo de viralizar contenidos no chequeados que, de la misma manera que genera cercanía -al escuchar una voz de una persona concreta-, genera alarma. Una desinformación que ilustra este punto es la que circuló en la voz de un supuesto trabajador sin nombre de la Defensoría del Pueblo que advertía por un “colapso del sistema de internet nacional” que, claro, resultó ser falso y llegó innumerables veces a nuestro número de WhatsApp.

 

Teorías conspirativas en forma de videos

 

Muchas de las teorías conspirativas que sostienen el origen artificial del actual coronavirus se difundieron -y lo siguen haciendo-, en superposición con los otros formatos, a través de videos. Voces en off que muestran imágenes y uniendo cabos sin pruebas, como la versión de que el coronavirus actual fue creado en 2014 por un instituto inglés, o la que sostiene que el virus fue creado en un laboratorio chino. Ni estas ni otras teorías, como la que señala que se creó en los Estados Unidos y se llevó a China, que suponen la producción humana del virus, tienen sustento.
 
También fueron utilizados para generar pánico sobre el número real de muertos por la enfermedad en nuestro país, y sostener la versión de que el Gobierno nacional estaba manipulando las cifras de la pandemia. A principios de abril se hizo viral un video en donde se veía a bomberos que sacaban supuestos cuerpos de fallecidos por la COVID-19, aunque en realidad se pudo demostrar que los cadáveres no estaban vinculados a la enfermedad sino que se trataba de una operación habitual que realiza el transporte forense del Cuerpo de Bomberos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para casos judicializados.

 

¿Y ahora?

 

Mientras que muchas de las primeras desinformaciones sobre el coronavirus se difundieron en nuestro país en formatos más marcados y con temas más segmentados (salud), las últimas lo hicieron en formas más variadas y con tópicos mezclados, que retoman temas que suelen polarizar a la sociedad. Intentaron e intentan ser desinformaciones sobre salud mezcladas con aspectos políticos propios de la coyuntura del momento.
 
Por ejemplo, a mediados de abril, cuando la economía comenzó a tener más protagonismo, se fogoneó la falsa versión de que el Gobierno nacional estaba imprimiendo billetes sin numeración. O con aquel audio falso que circuló de forma masiva en WhatsApp -que luego mutó y se convirtió en un video manipulado de una página humorística- en donde una mujer contaba cuánto había ganado ese mes por todas las asignaciones sociales que había recibido.
 
Lo mismo sucedió a fines de ese mes, cuando la discusión sobre la situación de las cárceles en medio de pandemia comenzó a marcar agenda, y se viralizó una captura de un falso tuit de Alberto Fernández en el que establecía una supuesta asignación para detenidos con arresto domiciliario, un formato utilizado en otras oportunidades (ver acá y acá).
 
Entre otras desinformaciones, se difundieron tarjetas vinculando a los científicos del Instituto Malbrán que secuenciaron el genoma del SARS COV-2 con el ex presidente de la Nación Mauricio Macri, imágenes con textos falsos sobre la situación judicial de los rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa, y cadenas falsas por WhatsApp con hipótesis de fases sobre el “aislamiento social, preventivo y obligatorio” en el país.
 
Para poder hacer frente a la “infodemia”, ¿qué consejos te recomendamos a la hora de chequear un contenido que te llegó? Acá algunas recomendaciones:

 

Y, si un contenido te genera dudas y con estos consejos no lográs descifrar si es verdadero, podés enviarlo a nuestro número de WhatsApp -(+54 9 11 3679-0690) para verificarlo y te daremos una respuesta.
 
*Este texto fue publicado originalmente por Chequeado. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente. El enlace a la nota original, en este link.
 

(Chequeado)