José Daniel Valencia es uno de las más grandes jugadores de la historia del fútbol cordobés sin ser cordobés. El nacido en Jujuy hace 64 años brilló en Talleres y en la selección argentina de fútbol. Pero, quizá, para muchos futboleros de la nueva generación no es tan reconocido. 

Y una anécdota que contó su hijo en Twitter puede pintar fielmente esta situación. 

La historia de “ese viejo no puede correr”

Vengo a compartirles una situación que viví hace menos de una hora. Fui a jugar al fútbol con mi viejo. Jugábamos contra un equipo desconocido, así que supuse que papá iba a preferir entrar en el segundo tiempo para no exponerse al pedo. Nada de lo que creí fue cierto.

Fue de titular y se puso al medio de la cancha, en ese puesto donde tantos dicen y repiten que hay que “correr y meter”. Uno de los chicos le dijo: – Rana, ¿No querés que me pare de doble cinco con vos? – No, déjame a mí acá… vos anda adelante y hacé los goles.

Empezó el partido. Yo – como buen picapiedra – estaba jugando de 4. Antes que nada cuidando la espalda de mi viejo. Pf, pobre iluso. En la primer jugada del partido vienen dos chicos de menos de 20 años a marcarlo y, con dos toques cortos, los dejó en el piso, tira el pase de gol

Lo erramos. No pasa nada. Siguió el partido y en una relación directa y proporcional a los minutos que pasaban, crecía mi asombro. Habrá recuperado no menos de 15 pelotas sin exagerar, frente a un equipo de chicos de 20 años, sin ensuciarse ni un poco. Nunca se tiró al piso

¿Pero cómo puede ser? Este señor tiene 64 años. ¿No era que había que correr y meter para jugar de 5 sólo?. Se ve que la situación no gustaba mucho en el equipo rival, y un chico con un descaro enorme soltó la frase “Dale culiau si ese viejo no puede ni correr”. Sería su condena.

Seguramente no lo conocía. Lo llamativo era que tenía una camiseta de talleres, pero esa es otra historia. Mi viejo solo sonrió. Me miró, y por lo bajo me dijo “Fijate esto”. Yo me asusté porque, como buen cavernícola, pensé que iba a actuar como yo y putearlo, pero no.

Lo que iba a suceder, iba a ser mucho más digno de él. Agarra la pelota, sobre la línea izquierda y como si el viento que peinaba sus blancos cabellos lo rejuveneciera, empezó a encarar. Pasa el 1ero de largo, no era muy difícil (era medio gordito y se regaló porque fue de lleno).

Pasó, el segundo y, a lo lejos veo venir al chico descarado que osó tratarlo de viejo culiau. Se frena y lo espera. Pisa la pelota hacia atrás y en el preciso instante en que toda la cancha pensó que la perdía, la vuelve a pisar… tirando un caño tan hermoso como impensado.

Obviamente, como buen fan y desde el otro extremo grité “oléeeeeee”. Pero faltaba lo mejor. El chico se reincorpora y con la sangre en el ojo, porque este viejo culiau le hizo pasar vergüenza, va al piso con toda la furia. Era tarde. De alguna manera, la rana le tiró el 2do caño.

No voy a mentir, no sé bien que pasó después de eso porque no pude prestar más atención a nada de lo que ocurría. Creo que terminó en gol porque de afuera lo gritaron. Yo no pude hacer otra cosa que ir corriendo a abrazarlo. Estoy jugando con mi idolo que, además, es mi viejo.

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